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En un recorrido por su vida el escritor nos cuenta sus éxitos en una espléndida conversación que evidencia su carisma y una autenticidad admirable.
¿En qué momento de su vida decide convertirse en una figura mediática?
No creo que tú lo decidas, sino que es lo mediático quien lo decide. A Cabrujas le horrorizaba que yo asistiera al programa de Cállate Sicilia porque me decía que esa no era la fórmula para ser respetado como autor. Probablemente tenía razón, pero yo no podía evitar disfrutar con Sicilia e ir a su ahora mítico programa vestido con bermudas blancas y blazer azul marino y hablar con mi especial estilo y encandilar a la audiencia. Desde ese momento he entendido que ante las cámaras soy una persona y escribiendo soy una voz y, sobretodo, un autor también con un estilo muy identificado. He compaginado ambas cosas por casi 25 años y en varios países como Venezuela, España y Estados Unidos, así que pienso que hice bien en no hacerle tanto caso a José Ignacio, al menos en ese aspecto.
De todas sus facetas artísticas ¿De cuál se enamoró primero y cuál es la que le gusta más?
Soy un escritor. Me parece que todas las disciplinas que han mencionado tienen que ver con la escritura. Un presentador muchas veces tiene que narrar una situación o al dar su opinión también está escribiendo una crónica. Pero lo primero que fui fue columnista. Mi primera columna en El Nacional la escribí con 16 años, tuve la suerte de poder asumir a esa edad que eso era lo que quería ser para el resto de mi vida.
¿Qué es lo que más le llena del mundo de los medios?
Saber que estoy en contacto permanente con la gente, con lo que les sucede, lo que les interesa y emociona. Me encanta la televisión porque es un gran medio de comunicación. Lo reúne todo, te gusta y te disgusta, la quieres y la amas y así es como yo entiendo la vida. Con algún que otro término medio, por educación sobre todo, pero siempre teniendo la pasión, el arrebato y la emoción
¿Quiénes son sus grandes inspiraciones dentro de la literatura?
El propio Cabrujas e Isaac Chocrón, Adriano González León y Salvador Garmendia y también Caupolicán Ovalles, siempre me fascinó su sentido del humor. Y lo guapo, también. Y mi propio padre, siempre digo que escucharle teclear en su máquina de escribir cada mañana fue la influencia absoluta para que yo quisiera hacer lo mismo. En mi adolescencia me dejé seducir por la literatura anglosajona y en especial o por Wilde, Fitzgerald, Evelyn Waugh y Truman Capote y Tenessee Williams y Nobokov y ya no tuve regreso.
¿Qué le motivó a dejar su Venezuela?
Me contrató una producto independiente en Santiago de Compostela. Galicia, para adaptar un clásico de la literatura regional y hacerlo una telenovela. Nunca llegó a realizarse, pero en el ínterin conocí a Rubén, mi marido, y creo que fue su carácter, su personalidad y el inmenso amor que nos tenemos lo que me hizo quedarme en España. Sin duda España ha retribuido mi amor con un éxito y un desarrollo personal que no pudo hacerse en Venezuela. Hay que verlo primero como algo Maravilloso. Llegué a España en el año que se cumplían 500 años de nuestro descubrimiento, tomémoslo como que fui a devolverles la vida
¿Volvería a vivir en su país?
Una vez dije que me gustaría volver a Venezuela pero igual que Guzmán Blanco, cien años después y directo al Panteón Nacional
Usted fue una de las primeras figuras públicas venezolanas en hablar abiertamente de su sexualidad sin hacer caso al tabú sobre el tema ¿Qué lo motivó a dar ese paso?
Me di cuenta a temprana edad que a los heterosexuales les encantaba mi tranquilidad con mi sexualidad. Con los años esa fascinación llegó a generar interesantes pasiones. Y eso me hizo sentir como un embajador de lo altamente positivo que es estar en paz con tu sexualidad
¿Qué otra carrera profesional le hubiese gusta -o le gustaría- ejercer?
Creo que hubiera sido un gran espía, como Rosalind Fox, la protagonista de mi novela, un jardín al norte.
¿Algún deseo por cumplir?
Me encantaría adelgazar. Pero no sé si cinco o seis kilos. Tendría que comprarme ropa nueva que es algo que Rubén me tiene muy controlado. Me celebran atuendos que pueden tener fácilmente 15 años guardados en el closet