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La época de las coronas fue clave para su enriquecimiento profesional. Con tan solo 18 años, tuvo la oportunidad de recorrer el mundo y experimentar diferentes culturas en carne viva. Fue esta experiencia la que le permitió ver el entorno con otros ojos, reconocer los problemas e interesarse en ser un agente de cambio, a través de su imagen como embajadora de belleza.
Venezolana con sangre gallega y polaca, lo cosmopolita forma parte de su ser, siendo referencia para los proyectos en los que se involucra. Su entusiasmo no reconoce fronteras. Ahora, con 26 años, mantenerse activa es parte de su personalidad, por eso no basó su profesión en el modelaje únicamente, sino que aprovechó el impulso para involucrarse en las causas sociales y experimentar en una faceta como empresaria, pues considera que los retos son necesarios para “encontrar y mantener su pasión”.
Stefanía Fernández es el vivo ejemplo de que la belleza es interior y depende –en gran medida– de “hacer el bien y sentirse cómodo con lo que eres”. Por eso, seguirá trabajando en proyectos que le llenen, sobre todo aquellos que impacten positivamente a las masas.
Eres poseedora de un Récord Guinnes gracias a la hazaña que representa el back to back del Miss Universo 2009, ¿hay alguna responsabilidad inherente? ¿Cómo lo aprovechas para tus proyectos?
> Soy de las que cree que nunca se debe perder el norte, la esencia y los valores. Dicha distinción sí me ha abierto muchas puertas para mis proyectos empresariales, que son en los que estoy enfocada ahora. Todos los días son de retos, trabajo y sacrificio.
Desde la creación de tu propia academia para mises hasta hoy, ¿qué has aprendido?
> Que no son fáciles ni los emprendimientos, ni las sociedades. Se debe ser muy maduro para decir “no, no estoy de acuerdo” o “no quiero seguir”, antes que eso acabe con tu vida. He aceptado que cada fracaso lleva consigo la semilla de una ventaja equivalente. No se le debe tener temor a la crítica, ya que una vez leí que ésta implanta temor en el corazón, o resentimiento , pero no construye ni el amor ni el afecto.
HERNÁNDEZ, Manuel
¿Cómo describes tu experiencia trabajando para el entrenamiento de futuras reinas de belleza?
> Fue una experiencia bonita cuando tuve la academia en Panamá, pero es duro para las mujeres que participan en diferentes concursos. Para muchas es un sueño, sin embargo, no están dispuestas a hacer grandes sacrificios para llegar a la meta. Mientras, otras son más determinadas, enfocadas y asumen su título con responsabilidad. Les puedes dar las herramientas, pero lo más importante es la pasión que ellas les inyecten a su trabajo.
Sobre tus labores como embajadora de belleza, durante tu etapa como Miss Universo hasta la actualidad, ¿qué imagen que debes proyectar?
> Uno debe ser quien es por esencia. Cuando fui al Miss Universo contaba con unas reglas (de imagen) de las que no debía salirme, pero por suerte eso representaba lo que soy. Quizás en este momento de la vida, donde ya tengo más madurez, entiendo que lo importante es hacer el bien y sentirse cómodo con lo que eres.
En las campañas y trabajos sociales que has participado, tienes la oportunidad de conocer vidas e historias. ¿Recuerdas alguna anécdota que te haya marcado?
> Sí, mi visita a Ruanda, en África. Fue un viaje muy emotivo porque conocí a las mujeres víctimas del genocidio de la población Tutsi, ocurrido en 1994. Para mí fue impresionante ver cómo ellas, con todo y lo que habían sido maltratadas, me hablaban con fuerza y determinación sobre sus proyectos. Las señoras realizaban unos brazaletes con una fundación y así lograban ser independientes y mantener a sus familias. También ver a un país –desde mi punto de vista– tan recuperado luego de la terrible crisis que atravesaron, da esperanza y ánimos.
Modelo, empresaria, filántropa… Estás orientando tu carrera a una profesión más integral, ¿cómo ha sido esa transición para ti?
> Una experiencia dura. Pasé años sin poder compartir con mi familia, no paraba de viajar por diversos emprendimientos que estaban en marcha. A pesar de contar con buenos equipos, un negocio propio da mucha demanda y requiere que estés encima de el, por eso tuve que cerrar mi academia de mises en Panamá. Pero la verdad, todos han sido de grandes y necesarias enseñanzas para encontrarme y hallar la pasión que tanto he estado buscando.
En tu faceta como diseñadora, expuesta recientemente con la marca Melao, ¿cuáles son tus proyectos futuros en este ámbito?
> Tanto mi colaboración con Douglas Tapia como con Melao me encantaron, aprendí de dos grandes. Tuve la oportunidad de conocer los mercados, entender qué buscan las mujeres en cuanto a moda y cómo se maneja un negocio internamente. Estoy abriendo mi carrera a nuevos caminos y oportunidades.
¿Cuál consideras que es tu mayor responsabilidad como influencer? ¿Qué mensaje quieres llevar?
> Conozco muy bien el poder de la palabra, por eso para mí es importante que la gente se sienta de alguna manera identificada. Es importante ser siempre un factor de cambio y usar ese medio con responsabilidad, porque muchas veces mostramos algo irreal y la verdad también hay una persona que sufre y tiene retos de vida. A través de mis vivencias, trato de compartirles a mis seguidores mi mejor experiencia.
Actualmente estás residenciada en Colombia, ¿cómo has crecido profesionalmente en esta etapa?
> ¡Sí! En el país hermano. Hace poco me casé, estaba con todos los preparativos y en mi etapa de adaptación, pero ya estoy en marcha con un nuevo proyecto. Los Colombianos me han dado una linda bienvenida.
Un apodo familiar: Titina.
Un sueño recurrente: Con maremotos.
Postre favorito: Cualquiera que tenga Nutella.
Un accesorio imprescindible: Mi medalla de protección.
Las vacaciones ideales: En Los Roques.
Un libro: ¿Por qué fracasan los países?
Un diseñador de modas: Carolina Herrera.
Un ejemplo a seguir: Audrey Hepburn.
Alguien que admires: Diana de Gales.
Una cualidad que no sepan de ti: Soy una maniática de la limpieza y el orden.