7 agosto, 2023
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Cuando Carolina Arcieri se dispone a crear alguna de sus joyas lo hace con un objetivo en mente: “Esta será la mejor de todas”. Esa certeza no la empeña sólo en los más ostentosos pedidos, para ella cualquier cliente que le otorgue su confianza le brinda razones suficientes para concebir una pieza inolvidable.
Carolina vio con claridad a qué debía dedicarse cuando recorría las pintorescas calles del sur de Italia en 2007. Allá descubrió el arte y la precisión de la orfebrería italiana y convencida de que debía dedicarse a ello, la joven colombo-venezolana se trajo para estas latitudes muchas ideas en mente y una frase que, al traducirla del italiano al español, la ayudaría a concretarlas: “Transformaré mi pasión en mi profesión”.
Tardó un tiempo en conseguir lo que quería, sabía que desde pequeña le apasionaban los detalles y todo aquello que resaltara la feminidad, pero no encontraba la forma de convertirlo en un proyecto. Inició vendiendo joyas de casas italianas en salones de belleza que tenía en Maracaibo, pero a medida que sus viajes se hacían más frecuentes, su interés por la orfebrería aumentaba y todos a su alrededor reconocían su buen gusto en la selección de piezas, surgió la idea de empezar a diseñar sus propias joyas. Le costó hacerse un nombre, ya que muchas joyerías no se arriesgaban a comprar piezas que no fueran de casas reconocidas, pero sus atractivos diseños y el prolijo acabado de sus joyas le abrieron las puertas. Hoy diseña y vende tanto en Colombia como en Venezuela. Y cuando alguien le pregunta por qué trabaja aún en el país, ella responde con seguridad que todavía hay un mundo de posibilidades aquí, sólo es necesario hacer el esfuerzo para verlas.
Carolina se casó joven, dice que tuvo el privilegio de conocer el amor desde temprana edad. Posiblemente sea por eso que cada vez que debe diseñar un anillo de compromiso o de alianzas se compromete al máximo: “Todos los diseños, sin importar al presupuesto que se ajusten, los hago con la misma dedicación y esmero”.
De aquel viaje a Italia Carolina regresó con planeas que ya cumplió, como tener su propio taller y oficinas de asesoría en Barranquilla y en Maracaibo, sin embargo, para ella ninguna satisfacción se compara con la de saber que diseñadores como George Wittels aplauden su labor y que cada uno de sus clientes finaliza su compra con un generoso y entusiasta: “Me fascinó el trabajo”. L. A.
