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Jorge Quintero, el tenor de la Américas

Jorge Quintero, el tenor de la Américas

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Jorge Quintero, el tenor de la Américas

Perfiles

1 marzo, 2009

DONDYK+RIGA

“Los tenores no somos de ningún lado, la verdad es que cuando uno canta composiciones tan universales como las de Beethoven, Mozart, Verdi, Bach, Wagner, ya uno se convierte en un instrumento del mundo”. Pese a lo universal de su voz, en su Maracaibo natal Jorge Quintero es un embajador que se ha ganado con ovaciones el título de “Tenor de las Américas”, concedido por la Organización de Estados Americanos gracias a su potente don. En la ciudad se le reconoce como el solista principal masculino en todas las obras que compuso el desaparecido maestro Juan Belmonte pensando en su voz para la Orquesta Sinfónica del Zulia, mientras que en el exterior es el pupilo del maestro Oswaldo Alemanno, cuya voz estuvo acompañada por las Orquestas Sinfónicas de Francia, Yugoslavia e Italia en teatros de Milán, París y Nápoles. Graduado en el Conservatorio de Música “José Luis Paz”, mantiene un fiel matrimonio de cuarenta años con la música, enlace que celebró el año pasado con boleros, tangos y zarzuelas el Aula Magna de la URU, el mismo recinto que se inauguró con su voz en el 2006. Sus inicios están marcados por la influencia de su abuela, quien le cantaba a toda hora tangos y canciones de Pedro Infante y Jorge Negrete: “Lo primero que hizo que yo me enamorara como un condenado de este arte fue mi abuela. Ya a los ocho años aprovechaba cualquier acto cultural en la escuela Lucila Palacios para cantar. Siempre notaba que me ponían de último porque el maestro decía que gritaba mucho. Después de tantos años esos gritos se convirtieron en un voz con brillo y fuerza”. A los veinte años adquirió plena conciencia de que su voz no era para la gaita, el joropo, ni la contradanza: “Era una voz que trascendía el estilo folklórico popular y así me lo hicieron entender mis profesores en el conservatorio, sabían que mi voz tenía algo y que ese algo sólo se aprendía de los maestros en Europa”. En Italia confirmó las augurios de sus profesores y se consagró como tenor gracias a un encuentro afortunado: “Una vez yendo a Caracas con mi padre para una diligencia me preguntaron allá si iba al curso del maestro  Alemanno. Me acerqué por curiosidad y me presentaron como el ‘tenor maracucho’; ya tenía un repertorio y me ordenó cantar varias piezas. Después de escucharme me dijo: ‘No tengo nada que enseñarle en este curso, venga a visitarme a Italia’, y me dejó su tarjeta de presentación. Desde ahí todo fluyó solo”. A.B.