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Reaccionar al instinto de fotógrafo o al humano es una disyuntiva

Reaccionar al instinto de fotógrafo o al humano es una disyuntiva

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Reaccionar al instinto de fotógrafo o al humano es una disyuntiva

Actualidad

Los conflictos al momento de comunicar.

26 junio, 2017

Cortesía

La práctica del periodismo representa victoria y riesgo. Es el triunfo de la verdad y la información, pero además, puede ser peligroso para el profesional. Existen casos de periodistas silenciados por la mafia y gobiernos corruptos, solo por hacer su trabajo. Pero también existen aquellos casos en los que la tarea consiste 100 % en arriesgarse: ser reportero gráfico.

Esta rama del periodismo se enfoca en retratar y contar a través de fotos las realidades que nos rodean y, muchas veces, somos incapaces de ver. Normalmente, los fotoperiodistas se encargan de cubrir guerras y protestas. Situaciones en las que “una imagen valen más que mil palabras”.

Iván Reyes es reportero gráfico del portal web Efecto Cocuyo, cuenta sus vivencias durante las protestas en Caracas que empezaron en abril y demuestra qué es ser periodista bajo estas condiciones.

Comenta que le indigna el señalamiento en el que viven los periodistas. Las personas juzgan y consideran que decidieron dejar de hacer su trabajo, sin tomar en cuenta que no son ellos quiénes determinan el contenido que será publicado. Pero el juicio de parte de la ciudadanía en general, no es lo único complicado al momento de ejercer, el peligro está latente. Cuando un periodista decide reportar aquello que más nadie se atreve, a buscar historias difíciles, a cubrir protestas, guerras, tomar fotos… Su integridad se ve comprometida.

En muchos de esos casos, hay un foco de la población afectada a la que no le conviene que esas historias se sepan. En el caso del trabajo de Iván, hay peligro en las protestas: Enfrentamientos, exposición a robos, bombas lacrimógenas…“El primer día de manifestaciones fue un abreboca para lo que ocurriría los siguientes”, sentencia Reyes.

Como reportero gráfico es testigo de enfrentamientos que se producen entre la Guardia Nacional Bolivariana y los manifestantes, que suelen estar encapuchados. Es allí donde es necesario hacer la mayor cantidad de tomas, ya que en esos momentos se encuentra el valor histórico y noticioso, las futuras pruebas. Más de una vez ha sido agredido por ejercer su trabajo y ser un testigo ocular –con un lente de 55 mm–.

Perder la cámara no es una opción, su trabajo y las horas invertidas dependen de ese aparato. Durante este tipo de circunstancias hay lugares que representan peligro, pero al mismo tiempo, forman parte de la historia actual. Después de todo, para eso vive el periodista: contar historias reales. Y al contarlas, Iván ha recibido golpes, “aunque no puedo decir que sean intencional, sino eventuales”, afirma.

Lo primero en cuestionarse siempre, tiene que ver con la decisión de estar allí, ¿cómo es posible mantener la concentración bajo esta posición?
“Desde mi punto de vista, debo tratar de registrar sucesos históricos. Para bien o para mal, es historia venezolana. Me gusta realizar fotos de los enfrentamientos que suelen darse. Trato de estar pendiente de todo lo que pueda pasar durante la represión: si hay heridos, personas que huyen despavoridos por los arrebatos de los funcionarios, cualquier tipo de ataque…

Saber si reaccionar al instinto de fotógrafo o al humano es una disyuntiva con la que uno sale todos los días… Creo que como foto-reportero y periodista, la labor es registrar lo que está ocurriendo, para que queden pruebas de lo que pasa”.

Sin embargo, reconoce que siempre duele. “El único momento que tengo para sentirme mejor es cuando llego a la oficina y puedo ser voz de todo lo que vi, incluso lo que viví. Es mi momento para sentir completa empatía sobre la situación. Dreno aquello que me dio rabia y en lo que no pude actuar… Varias veces he llegado llorando y con ganas de vomitar… En esos momentos se internaliza lo ocurrido, es fuerte…”.