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Lo mueve el caos, en sus pinturas es palpable la destrucción que da paso a la construcción. Dentro del conflicto, las contradicciones, los objetos enfrentados y la libertad, está Okuda. Nunca deja de lado el color, es esa la pista de que lo positivo triunfa, lo que enseña que es necesario romper para reconstruir.
El surrealismo es su bandera, creció inspirado por las pinturas de Salvador Dalí, Max Ernst y El Bosco, de hecho, El jardín de las delicias es su obra favorita. Las calles son su principal medio de expresión, realizando murales por toda Europa y parte de América.
“Me inspiran los viajes y las culturas ancestrales de países como México, África y Japón… La verdad es que toda la cultura asiática y africana”. Para él, los viajes significan una oportunidad para aprovechar la retroalimentación cultural, eso hace crecer al individuo. Frecuenta sitios a los que ya ha ido, porque significa verlo desde otra perspectiva: “Incluso en mi barrio veo cosas distintas todo el tiempo. Suelo ver una obra cientos de veces, ya que cada vez que lo hago aprendo algo nuevo, cosas que no había notado anteriormente. No quiero que esa sensación se acabe nunca”.
Okuda escogió un lienzo poco convencional, porque su arte también lo es. Las paredes fueron su primer medio de expresión y tiene que ver con su infancia sobre patinetas y rodeada de dibujos. “Hoy en día, si te digo la verdad, prefiero trabajar en la calle, porque tengo la libertad de hacer obras en gran formato. Eso me hace sentir libre, vivo”.
Sus creaciones no tienen un único mensaje, “es una cuestión completamente abierta, cada persona de distinta cultura puede hacerle una lectura personal según sus vivencias, sentimientos y estado de ánimo”. Cabe destacar que cada pintura pertenece a un submundo personal, algo creado por él mismo e influenciado por la búsqueda del sentido de la vida, la naturaleza y la modernidad.
Con cada proyecto realizado encuentra partes de su ser, ha sido así desde su primera exposición: “Fue algo que me propuse y luego disfruté del resultado”. Como exponente del arte callejero, reconoce que en la actualidad el movimiento ha ido avanzando, formando parte de la historia y tomando más valor. Considera que esto se debe a que es “el arte más puro y directo, va dirigido a todo tipo de personas”.
Sus trabajos en espacios públicos van desde un castillo transformado en un templo artístico (Kaos Temple), hasta un mural de 60 mts de altura, en el que realiza su propia interpretación de La Gioconda (The Dream of Mona Lisa). Pero quiere ir más allá, mucho más. “La sensación que tengo siempre es que todavía no he hecho algo muy importante, interesante sí, pero quiero algo más significativo. Creo que me faltan muchas cosas por hacer, por eso mantengo esa necesidad de realizar proyectos nuevos”.