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Guillermo Pereira, docencia con eficacia 20/20

Guillermo Pereira, docencia con eficacia 20/20

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Guillermo Pereira, docencia con eficacia 20/20

Perfiles

1 julio, 2010

DONDYK+RIGA

Transcurría el año 1954 y Guillermo Pereira cursaba el cuarto año de Medicina en LUZ. Al igual que la gran mayoría de sus compañeros, a esas alturas era incierta su especialización una vez obtenido el ansiado título de Médico Cirujano. En esa época, su padre estaba prácticamente ciego a consecuencia de cataratas y la situación se tornaba cada vez más difícil; ya no podía leer y con mucha dificultad veía televisión. Buscando una solución adecuada, arribó con su padre al consultorio del Oftalmólogo Jesús Rhode, en Caracas. Ya en consulta y con operación recomendada, el doctor invitó al futuro médico a presenciar la intervención con todas las de la ley: dentro del pabellón. “Me dijo: ‘Bachiller, párese a mi lado izquierdo y ni siquiera respire’. Confieso que no entendí muy bien las maniobras que realizó, pero me llamó poderosamente la atención, la habilidad y experticia con que movía sus dedos”. Ya una vez superada la operación, el doctor le retiró las curas a su padre y confirmó la evolución satisfactoria. Fue en ese preciso instante que Guillermo, mejor conocido como el doctor Pereira, tomó la decisión de convertirse en Oftalmólogo para poder hacer por otros lo que el doctor Rhode había hecho por su padre. Décadas han pasado y el doctor Guillermo es uno de los mejores ejemplos de que invertir en Venezuela brinda resultados satisfactorios. Entre sus logros destaca la creación de la Unidad Oftalmológica de Caracas y la Asociación Venezolana para el Avance de la Oftalmología, las cuales han permitido en veinticinco años, la atención de miles de pacientes de escasos recursos. Por su experiencia docente en el Hospital Universitario de Maracaibo, adscrito a LUZ, y en el Hospital Clínica de Caracas, dependiente de la UCV, es un rostro familiar para las promociones de oftalmólogos en el país. La relación con sus alumnos ha sido enriquecedora; sus progresos y triunfos le convencen cada día de que el modesto esfuerzo invertido en su formación y desarrollo está total y plenamente justificado. La docencia es una actividad para la cual siempre ha sentido verdadera pasión, y a la que considera una herencia de su madre, maestra especializada en educación primaria. “Durante mis últimas clases de postgrado en Nueva York, le manifesté a uno de mis profesores que no sabía cómo pagarle la enorme deuda que tenía con él por todo lo que me había enseñado, y hasta el día de hoy no olvido su respuesta: “Eso es muy fácil, tienes que hacer por otros lo que yo he hecho por ti”. Ahora, con la mayor satisfacción, puedo confesar que tengo cuarenta años pagando esa deuda y aún siento que no está completamente saldada”. A.B.