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En la radio y en las tarimas dos conjuntos, inmersos en una sana competencia, luchaban por ser el grupo musical que más gente lograba levantar de sus asientos para bailar sus irresistibles ritmos. De esta batalla campal entre Guaco y Carángano, nadie duda que el gran triunfador siempre fue el público, y así siempre lo recuerdan los integrantes del Carángano de aquellos años: Robert Villasmil, Erwin Bracho, José Luis García y Alfredo Cabrera. La magia que creaban sus voces hoy forman parte del preciado recuerdo de zulianos que los vieron en sus primeras presentaciones en vivo. Para esta entrevista, los cuatro buscaron en el baúl de sus recuerdos y una sonrisa se dibujó en su rostro, los ojos se iluminaron y las anécdotas comenzaron a contarse tal cual reencuentro de colegio: “Teníamos muy buena camadería entre nosotros. El significado de pertenecer a Carángano en aquella época lo conocemos hoy. En los ochenta no sabíamos que formábamos parte de algo tan grande. Era una orquesta querida, todo un orgullo y un privilegio, que montados en el escenario fue cuando nos dimos cuenta de ello”. Princesa, Un nuevo amor y Regresarás son éxitos que tocaron sin cesar en toques en sitios nocturnos hasta el amanecer y giras multitudinarias alternando con grandes estrellas de la época: “Entrar a Carángano era como estar en las grandes ligas para los peloteros. Fue muy fuerte porque ahora sentimos que hemos aportado algo a Maracaibo musicalmente. En esta vida estamos de paso pero nuestra música ha perdurado. No nos sentimos totalmente realizados, pero si creemos que llevamos el setenta y cinco por ciento logrado”. Hoy en día Robert Villasmil tiene su propia banda de música bailable e instrumental, mientras Alfredo, Erwin y José Luis siguen en sus viejas andanzas representando a Carángano y cantando los temas que los posicionaron en lo más alto de la música nacional: “Cuando cantamos el público se anima mucho. Aún tenemos el sustico antes de cada presentación porque la gente sigue respondiendo y cuando recuerda las canciones nos llena demasiado. Es que el cariño verdaderamente no tiene precio”. A.B.

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