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“Los árboles mueren de pie” es el lema de vida del doctor Ramón Ravelo Hernández. Y como un árbol en pie de lucha se ha mantenido, devolviendo con su prédica la calidad de vida en la vejez. Su historia exuda el adjetivo “incansable”, partiendo muy joven de Caracas para estudiar Medicina y Economía en Santiago de Chile. Su vida ha sido “trashumante, muy activa”; una carrera contra el tiempo.
Como gerente de varias empresas ha alternado en casi todos los países de Sudamérica. Como médico no ha abandonado su vocación, cuya meta esencial es “velar por la salud del paciente”, más allá de honorarios o consultas estrictas. A lo largo del interesante viaje que ha sido su vida, Ramón Ravelo observó cómo el ritmo aminoraba a su alrededor, mientras sus seres queridos envejecían. Esta situación despertó su interés en un descubrimiento que se adjudicaba la extensión de la juventud.
La vacuna antivejez pasó a ser el nombre de la lucha de Ravelo, quien la introdujo en América Latina hace más de dos décadas. Este asesor médico de recorrida experiencia vive una productiva carrera, radicado en Estados Unidos y presente en los más importantes congresos y clínicas antivejez en México, Argentina, Colombia y Venezuela, específicamente en Ultravital Therapie Cellulaire en Maracaibo. A principios de los noventa se especializó en Geriatría en la Universidad de Salamanca, dedicando su tesis al análisis de la depresión en el anciano: “La vejez no es patrimonio de enfermedades; los últimos años son para vivirlos dignamente”. Su reputación se solidificó, a la vez que demostraba las bondades de un tratamiento integral. Tras un exhaustivo estudio construyó el test de deficiencia hormonal, el cual indica la reposición de valores hormonales perdidos con los años, revitalizando el organismo. Su tarea, fuente de la juventud, se ha basado en recorrer América difundiendo su teoría sobre una vida más completa hasta el final. Hoy miles de profesionales buscan su asesoría, que conlleva en muchos casos a la aplicación de un tratamiento químico que por años ha devuelto la vitalidad a personajes de envergadura, popularizado gracias a labores como la suya. Este árbol no decae, persiguiendo un objetivo bien lúcido: “Mi norte es que la vejez no se convierta en una patología, sino que se viva con plenitud de capacidades mentales y físicas”. Las suyas, aún son infinitas. E.R.