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La historia de los pueblos no siempre se escribe sobre los libros; en ocasiones viaja etérea en forma de canción, al estilo de Rafael Rincón González. Este personaje insigne de la zulianidad convirtió los recuerdos de su infancia en piezas musicales que hoy forman parte de nuestra tradición. Quien lo cuestione sólo tiene que tararear las estrofas de Pregones Zulianos: “Escribo desde muchacho y la materia prima de mis canciones ha sido mi infancia, la cotidinaidad de la Maracaibo que ya no está. Le puse letras a las canciones que no tenían y las perpetué en el tiempo. Hace poquito Pregones Zulianos cumplió sesenta años. Eso es historia oral”. Sobrino de Jesús Enrique Lossada, Rafael Rincón nació el 30 de septiembre de 1922 del hogar de Inedelia González y el ilustre artista Neptalí Rincón, y creció entre pinceles de colores, codeándose con la élite musical de la época: “Es una cosa de familia. Mi papá era dueño de Talleres Gráficos Rincón y mi mamá cantaba como los ángeles. Éramos siete hermanos, todos pianistas”. La nostalgia de esos días nutrió la poética de Rafael Rincón, quien tiene en su autoría las más hermosas piezas de la historia musical del Zulia, en ritmos tradicionales como el vals, la danza, la contradanza y la gaita. Pero el poder de su obra está en el apego por la tradición: “La explosión del Barroso nos cambió hasta la forma de caminar. Recuerdo que después de los años treinta los niños jugaban con monedas de oro frente a un almacén llamado El Chorro. Es imposible luchar contra la penetración de la migración, pero he tratado de preservar mis costumbres. El maracucho se encandiló con la música norteamericana, pero rechazar lo nuestro es como pretender que un inglés sienta la gaita como un zuliano. Me duele que hayan destrozado a Maracaibo como la han destrozado. Hay que preservar la memoria histórica”. Hoy, el nombre de Rafael Rincón inspira admiración, como expresaron los alumnos del Udón Pérez al compositor de su himno: “Yo soy Rafael Rincón / El cantor del Saldillo / Que nació cuando Virgilio / Con su gaita lo arrullaba / Y por lo mismo es que yo / No vendo mi conciencia / Porque la gaita es la esencia / y no vulgar expresión”. Por esa filosofía La Universidad del Zulia le otorgó un doctorado Honoris Causa en Arte, y los grandes intelectuales lo llamaron el “pintor musical del Zulia” o –como dijera Sergio Antillano– “el último juglar”. A sus ochenta y cinco años, a Rafael Rincón todavía le queda mucho cuento por echar. C.W.