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Más que un fotógrafo, Francisco Elías es un artista urbano, un hombre que arranca de la calle su lenguaje estético y trascendental, que construye un dicurso a través de fotografías. Es un filósofo que expresa su pensamiento a través de la imagen y cuya formación ha sido tan libre como su criterio: “El ser humano conserva ese hálito interior de belleza; la fotografía es una forma de indagarse a uno mismo”. Posiblemente de allí parte su vocación, de esa indagación que le caracteriza, como una especie de trotamundos que ha recorrido distintos continentes, registrando momentos espontáneos e interesantes. Precisamente de eso trata su actual proyecto, Ojos Ilegales, que parte de la fotografía –a la cual llegó tras haber experimentado durante años con la luz como camarógrafo de cortos y mega producciones nacionales– y acapara un universo multimedia como parte de un concepto de popularización del arte. Y es que de arte se trata, pues durante años Francisco fue el fotógrafo de planta de la Galería de Arte Nacional, teniendo un ojo especial para la inmortalización de obras importantísimas, presente en catálogos y exposiciones con reconocimientos como el Premio Nacional de Fotografía “José Sigala”, o del de la Bienal de Arte Popular “Salvador Valero”. Pero su vena altruista de caraqueño que se siente ciudadano del mundo, lo desprende de ataduras y lo entrega a la búsqueda en puntos distantes, cualquiera donde haya seres pensantes, de energías y respuestas ocultas dentro de sus modelos circunstanciales, en Nueva York, donde vivió por varios años, o en Marruecos o entre indígenas venezolanos. Su trabajo es tan presente y universal como la filosofía misma: “Mi meta es poner la fotografía a en función de los que no tienen voz; buscar los gestos que me cuenta la gente”. E.R.

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