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El 27 de agosto de 1976 nació en Caracas quien hoy se convertiría en uno de los expertos de la programación neurolingüística más importante de Venezuela. Juan Antonio Pérez es hijo de un exmilitar retirado y de una ama de casa nacida en el estado Táchira. Debido al trabajo de su padre, Pérez vivió en 15 ciudades del mundo, entre ellas Bruselas, Boston, Kansas City y Maracaibo, donde estudió hasta quinto grado en el Colegio San Vicente de Paul. Más tarde, se graduó como bachiller en el Colegio Las Cumbres en Caracas.
Al culminar la educación básica, Juan Antonio partió a estudiar Idiomas en la Universidad Libre de Bruselas, donde aprendió francés, italiano e inglés. Años más tarde, regresó a Venezuela y creó su propia empresa de materiales odontológicos. Pero, aún no había encontrado su verdadero destino, hasta que viajó a España para estudiar en una universidad de Madrid, donde tuvo su primer contacto con su destino gracias a la invitación de una profesora que vio en él el perfil para enseñar programación neurolingüística. Esto motivó al joven estudiante a iniciar en el mundo del PNL.
En 2006, asistió a su primer seminario con el doctor en psicología, el estadounidense Richard Bandler. A partir de eso momento, Pérez se dedicó a estudiar el PNL desde la fuente, de la mente. “La programación neurolingüística te enseña a cómo darte cuenta qué estás haciendo mal”, dijo en entrevista a Tendencia.
Este experto se describe a sí mismo como una persona apasionada, es padre de un niño de 10 años y asegura que es amante del rock y admira a bandas como Guns N’Roses, Queen, al legendario Frank Sinatra y a la exponente de la música ligera italiana, Ornella Vanoni. El deporte también ha hecho parte de la vida de Pérez, quien siente que las limitaciones deben superarse y que no debe conformarse. Aseguró que su hambre de querer más le motivó el deseo por aprender cosas nuevas.
La irreverencia y sus ganas de aprender lograron que se convirtiera, en marzo de 2016, en el primer y único venezolano con el nivel de ‘trainer’ avalado por el profesor Bandler. En su experiencia, el merecedor del premio define a la programación neurolingüística como una tecnología que enseña al cerebro a hacer las cosas mejor de lo que lo hace y manifestó que “tu cerebro solo aprende cuando vive la experiencia verdadera”.
Usted mencionó que había vivido en distintas ciudades del mundo, ¿cómo influyó esta etapa en su vida profesional?
La conclusión de cómo eso modeló mi personalidad es: cada vez que llegaba a un sitio, tenía que comenzar desde cero. Tenía que adaptarme. Aprendí a ser extremadamente resilente porque cada vez tenía que aprender un idioma nuevo, conversar, hacer amistades, adaptarme a una ciudad. (…) Yo creo que lo que más pudo aflorar durante mi etapa de niño o de adolescente es que tenía que hacer las cosas simplemente porque me adaptaba o dejaba que el sistema me agobiara. Nunca sentí que me resignaba. Al contrario, sentía que me lo tenía que ganar.
¿Cómo influyeron sus padres en su personalidad y cómo lo traslada a su carrera?
De mi mamá me fascina es que su papá, mi abuelo, murió cuando ella tenía 12 años. Mi abuelo era obrero. Ella tuvo que salir a la calle, a estudiar Secretaría para que, junto con sus dos hermanos, tuviesen un ingreso familiar. Mi abuela era analfabeta. Ahora tiene un nieto que habla cuatro idiomas. Es una de las cosas más lindas que hay, porque mi abuela, siendo analfabeta, sabía que para sentarse en la mesa había que tener una camisa puesta; en un sitio techado, la gorra se quitaba. Es decir, lo que son los valores y la educación que una universidad te enseña, en la universidad de la vida ella tenía un ‘magna cum laude’. Al igual que mi mamá, ella solo llegó hasta cuarto. Sin embargo, en la biblioteca de mi casa hay más de 500 libros leídos por mi mamá. Ella jamás se limitó a aprender.
Por otra parte, mi papá siempre estuvo primero en sus promociones, por lo tanto siempre estaba ausente en cuanto al trabajo. A veces se iba antes que me despertara, incluso antes de irme al colegio. Llegaba después que yo me dormía, pero era algo que su carrera lo ameritaba. Algo que yo sé que viene de parte de él, es la estructura, el orden. Sé que soy algo desorganizado, pero esa estructura me ha servido mucho a la hora estudiar, de practicar basquetbol o fútbol. Nunca conformarme. Tener el hambre permanente de querer lograr más (…) es como una gasolina que te impulsa a mejorar en cualquier aspecto.
¿Qué valora de esa biblioteca?
De la biblioteca de mi mamá, yo te diría tres libros: El Alquimista de Paulo Coelho, El Principito de Saint-Exupéry y el tercero, las 48 leyes del poder de Robert Greene. Estamos hablando de la biblioteca de mi mamá (risas) O.K?
¿Cómo se describiría Juan Antonio?
Juan Antonio es irreverente. La palabra no está totalmente eliminada de mi diccionario. Creo que todo comienza con un sueño y luego hay que ponerle una fecha para que se convierta en una meta. Estoy en total desacuerdo con que a los niños se les dé medallas por participar, porque mata la esencia del ser humano, que es querer competir, querer sobresalir, de querer más. Yo creo que tienes que recompensar a quienes se esfuerzan más y a quien no, algo debemos hacer para motivarlos para que quieran estar en ese podio.
Las generaciones que vienen, a pesar de tener una gran ventaja tecnológica, van a sentir el golpe cuando la vida, que es extremadamente maravillosa y a la vez es injusta, se den cuenta que por estar nada mereces. La gente tiene que sentir que necesita trabajar en algo que le gusta. Cuando hacen eso, dejan de trabajar. Esa pasión es la que los impulsa.
¿Cómo lo describen sus amigos?
Como una persona completamente irreverente, cómica, como una persona extremadamente competitiva. Sobre todo, como alguien leal. Nunca te metas conmigo, dejo que el karma se encargue de ti. Si te metes con mi familia, yo me convierto en el karma.
La lealtad es una virtud, además de ser leal ¿qué otra virtud posee y cuáles considera sus defectos?
Algo que sembró mi mamá en mí es ser completamente noble. No es una característica con la que naces, sino algo que puedes tallar en cualquier niño. La nobleza es la base del respeto, la consideración y, si algo que podría considerar como defecto, es que soy impulsivo. Soy bastante tajante, es muy diferente de ser visceral. Sin embargo, cuando tomo una decisión no doy marcha atrás. Una vez que la tomo soy bastante estricto con ella.
¿Qué lo identifica, qué lo hace ser Juan Antonio?
Mi pasión por el trabajo, por lo que hago, por querer que las personas entiendan que estamos en 2017. Por ejemplo, cuando llega un mensaje a tu teléfono, que dice: necesitamos que actualices el software. Mi pasión es entender que usted tiene un software en saber cómo y cuándo lo va actualizar.
¿Qué anécdota guarda más de toda su experiencia?
Hay algo que yo creo que jamás se me va a olvidar. Una vez, mi abuela materna -tenía una manera interesante de llamarme la atención- siempre me echaba un cuento, cuando normalmente otra persona te hubiese regañado (…) Mi abuela es la persona que más me ha regañado en la vida sin yo darme cuenta.
Si tuviera la oportunidad de cambiar algo de su vida, ¿qué sería?
Nada. Realmente nada. Ninguna muerte, ningún accidente nada. Yo creo que la vida es lo que es y en la medida que aprendas a sacarle mejor provecho, mejor vas a vivir.
Y si tuviera la oportunidad de hacer algo que no haya hecho, ¿qué haría?
Todos los días hago cosas que nunca he hecho. He hecho casi de todo, desde saltar en paracaídas, en la universidad consumí estupefacientes una vez. Simplemente por probar. Al fin y al cabo, yo nunca le tuve miedo a las adicciones. Pienso que la adicción es cuando eres débil de mente. Hay algo que tengo pendiente antes de cumplir mis 41 años, voy a tocar en piano a Guns N’Roses.
¿Qué otros aspectos de sus influencias culturas hacen parte de su personalidad?
A mí me encanta algo que aprendí, sobre todo en Europa: las personas respetan a lo que otros hagan, siempre y cuando no te moleste a ti. Si una persona iba con el cabello azul, tres zarcillos en la nariz y enflusado, las gente te trataba igual como si estuvieses, como diríamos aquí, bien peinado. Te dan el mismo respeto que te mereces. El tatuaje no te hace malandro, ni la corbata te hace señor.
¿A quién le hubiese gustado conocer del pasado y del presente?
Del pasado, me hubiese encantado compartir un almuerzo con Stanley Kubrick. También me encantaría tener la oportunidad conversar y de hurgarle el cerebro a Martin Scorsese. Me hubiese encantando también haber visto un concierto de Michael Jackson en vivo. De las personas que están vivas, me encantaría conocer a Michael Jordan.
¿Cuánto le gustaría vivir?
Hasta que mis condiciones físicas me permitan la independencia. Cuando yo empiece a perderla, entonces el momento de esperar haber dejado un legado. Me gustaría ser recordado como alguien que cambió vidas.