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“Recuerdo que a los 13 años me fui de vacaciones a Maracay, Venezuela, con mi familia. Mi tía tenía televisión por cable, había un canal que se llama Fashion TV y descubrí una inmensa pasión por él, pasaba todo el día mirándolo. Veía a las mujeres caminando por las pasarelas y decía: ‘Dios mío, yo voy a hacer eso cuando sea grande’. Estaba focalizada porque pasé un mes de entrenamiento ahí pegada para aprender cómo caminaban y se movían, pues eso es precisamente lo que sería.
Ahí nació mi pasión por el modelaje, me proyectaba en esas pasarelas y shootings. Luego, pasó el tiempo, seguí con mis estudios universitarios y regresé a Maturín, donde crecí. Siempre intenté seguir de la manera que podía con el modelaje, mi mamá me inscribía en cosas así, en Maturín y también en Caracas.
A los 21 años me gradué como ingeniera industrial y me di por vencida de alguna manera. Pensé que como ya estaba graduada y tenía esa edad, no tenía lo suficiente para comenzar una carrera en el modelaje, sentía que era demasiado tarde. Pasó mi tiempo.
Pero un día, me levanté con esa vocecita interior hablándome y me dije: ‘Ya va, ¿tú vas a dejar ir tu más grande sueño porque crees que ya estás vieja, que es tarde, que no vas a dedicarte a eso?’. Comencé a reflexionar partiendo de todas las ideas negativas que vinieron a mi pensamiento, a raíz de que cuando terminas la universidad no sabes qué hacer con tu vida.
Empecé una búsqueda intensa por Internet, en aquel momento era por Facebook. Busqué muchas agencias de modelaje internacionales, porque siempre decía que tenía que desfilar en Milán. A todas les escribí: México, Nueva York, París, Milán y muchos otros países.
Me respondió una sola, de México. Repentinamente, estaba a punto de enviar la copia de mi pasaporte, lo cual significaba que ya estaba en el momento cumbre para lograrlo e irme a conquistar las pasarelas del mundo.
Sin embargo, tenía un mal presentimiento por tantos engaños que existen. El corazón nunca engaña, así que no envié nada. Esperé un poco más. Finalmente, por casualidades del destino, a través de Facebook me contactó una agencia de Finlandia, Brand Model, que actualmente es mi agencia madre.
Le pedí a mi hermanita menor que me tomara unas fotos muy básicas, sin maquillaje. Las envié y mágicamente todo comenzó ahí. Nos comunicamos durante un año. Esto me enseñó a que nunca hay que abandonar los sueños. A veces, el peor error que cometemos es escuchar a nuestra mente adiestrada a pensar en el futuro, en los problemas y tiene miedo, en lugar de abrir el corazón y escucharlo mucho más, esa voz interior que siempre te habla y termina siendo más sabia que tú. Eso es lo importante, salir adelante y no darte por vencido.
Han pasado cinco años desde ese acontecimiento y hasta ahora no me arrepiento de la decisión que tomé. Soy una persona que suele trabajar por el instinto, intento no dejar que mis miedos y preocupaciones determinen mi futuro. Siempre digo que sea la luz de Dios la que lleve y forme mi camino. Todo se ha dado de manera mágica y muy fluida. El milagro de Dios siempre está en todas partes y yo he sabido mirarlo y aprovecharlo”.