7 agosto, 2023
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Cortesía Alberto Blanco Dávila
La pasión de Alberto Blanco Dávila por la geografía venezolana es tan grande como un tepuy, como los páramos andinos o como la selva amazónica. Y es que no hay recuerdo en su vida que no esté estrechamente vinculado a algún paraje venezolano. Seguramente, por eso se metió entre ceja y ceja que debía existir un medio de comunicación que pudiera mostrar el encanto de estas tierras y lo hizo. Río Verde es la primera revista venezolana que investiga, documenta y promueve la difusión de la biodiversidad nacional.
La curiosidad motivó a Alberto. Cada excursión, paseo y caminata que emprendía le despertaba aún más el interés por los colores, los olores y las formas de vida que se daban en cada localidad que visitaba. Eso lo llevó a estudiar Administración de Empresas Turísticas, pues estaba convencido de que Venezuela tenía potencial turístico como ningún otro país en la región y el mundo tenía que descubrirlo. En principio quiso estudiar Antropología y Arqueología, áreas que conoció de forma autodidacta, pero la necesidad de una empresa de turismo especializada en la naturaleza, en interpretación ambiental y que atrajera a turistas al país, le cambió el rumbo. Apenas se graduó de bachillerato se preparó para dar los primeros pasos en la construcción del ecoturismo en el país. Ya con un título de pregrado, se fue a vivir en Amazonas donde tuvo contacto con las costumbres y vivencias de uno de los tesoros mejores guardados del continente suramericano. Dos años después fundó el Grupo Río Verde, una operadora de servicio que se especializa en viajes exploratorios y que estudia la fauna silvestre de los ecosistemas venezolanos. Este proyecto le dotó de un alto conocimiento en el área y se convirtió rápidamente en uno de los guías más buscados del ecoturismo mundial. Tiempo después empezó a dar la cátedra Ecoturismo en la Universidad de Nueva Esparta.
Admite que ha alcanzado varios logros como profesional, —entre ellos fundar Río Verde, la llamada National Geographic criolla—, sin embargo, dice que no desmayará hasta convertir nuevamente a Venezuela en una potencia ecoturística, algo que en los años ochenta se había consolidado. Alberto explica que hoy no vienen ni un millón de turistas extranjeros al país y que por cada uno que decide venir, diez dejan de hacerlo. Pero afirma que su idea jamás será enfatizar los problemas y carencias que existen, al contrario, él a través de su trabajo y de sus conocimientos pretende ser una invitación abierta, incluso para sus compatriotas, a que se sumerjan en la hermosa aventura de conocer los paisajes de Venezuela, uno de los primeros diez países con más biodiversidad del planeta. L. A.
