7 agosto, 2023
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CAMACHO,Alvaro
Algo tan complejo como la realidad social de la Venezuela popular sería casi imposible de presentar en unas pocas líneas, lo mismo ocurre con el Padre Alejandro Moreno Olmedo y la labor que este ha realizado desde su llegada al país en 1950. Sacerdote salesiano nacido en España, Educador y Psicólogo, vive desde hace más de treinta años en un barrio popular de la parroquia de Petare, una de las zonas más afectadas por la creciente violencia. Desde allí, este afanoso investigador se ha dedicado al estudio y la comprensión de la vida del venezolano, su estructura familiar y relaciones sociales; una labor que le llevó a fundar junto a un grupo de sus ex-alumnos el Centro de Investigaciones Populares, una vez que la tarea del aprendizaje dirigida por él se convirtiera en una de investigación compartida entre maestro y alumnos. A través de numerosas publicaciones cada uno de los integrantes del CIP se ha dedicado a comprender y explicar, principalmente, aquello que yace tras del tema de la violencia: “Es tratar de entender la dinámica y la lógica interna de ella, no simplemente la descripción de porcentajes, sino ir a lo más profundo y comprender el interior del delincuente”. Aunque lo principal en su vida es la investigación, esto no es lo único; el tiempo de Alejandro se divide entre sus clases en los programas de postgrado de la Universidad de Carabobo y la Ucab, las labores de sacerdote en el barrio en el que reside y el trabajo dentro del Centro Juvenil que, junto a un grupo de voluntarios, mantiene en esta comunidad, atendiendo actualmente a un promedio de trescientos niños y jóvenes participantes de diversas actividades recreacionales y educativas de manera extracurricular. “El objetivo es atender a estos jóvenes y niños que de otra forma estarían en la calle y que no tendrían ninguna otra actividad; guiados por mí y otros colaboradores encaminan su vida con valores y nuevas ideas sociales y religiosas”. En tres décadas de profundas investigaciones e incontables experiencias es muchísimo lo que puede llegar a descifrarse, sin embargo, Alejandro no duda en afirmar que las soluciones al problema de la violencia en Venezuela son no sólo alcanzables, sino también obvias, siendo necesario un Estado que controle la situación, tomando en cuenta, por sobre todas las cosas, el lado humano de esta. M.P.
