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http://www.tendencia.com/2009/colegio-fatima-3/
La mayoría de los padres cuando deciden inscribir a sus hijos en alguna actividad extracurricular lo hacen bajo la premisa de canalizar energías a través del deporte, sin embargo, en muchas ocasiones y sin saberlo, su decisión ha contribuido a definir el destino de sus hijos. De hobbys se transforman a metas a largo plazo. Los trofeos se vuelven más grandes y frecuentes y de competencias intercolegiales pasan a torneos nacionales. Así crece la ilusión hasta llegar a ser profesionales que representen a su país en competencias mundiales. Es el caso de María Victoria Torres, conocida por sus compañeros como “Titi”, quien a sus trece años juega al golf con la soltura de quien lleva unos cuantos torneos a cuestas; Jesús ocando, de once años, orgulloso de su cinta azul en kárate y Susana Salcedo, de trece años, miembro indiscutible del equipo regional de Vela. Los tres, además de estudiar en el colegio Fátima, tienen algo en común: desde la edad infantil practican su deporte preferido. No tienen miedo al error, pues lo suyo es disfrutar el juego. Con la mirada puesta en alcanzar grandes logros, aspiran a ser profesionales pronto. No tienen edad para conducir ni para votar, pero sí para ganar. Están dedicados al deporte de sus amores y aunque les es difícil explicar con palabras el sentimiento de practicar algo que les apasiona, las palabras esfuerzo y satisfacción se cuelan en sus respuestas. Con su práctica y las lecciones que aprenden con un drive en las manos, en un dojo o a bordo de un barco propulsado por simple acción del viento sobre sus velas, son mejores personas en su vida cotidiana y mejores ciudadanos para el futuro. A.B.