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Es curioso entender cómo un ingeniero industrial terminó convertido en uno de los mejores organizadores de eventos en Maracaibo, pero la vida está llena de contradiciones maravillosas y la de Vicente Izarra no es la excepeción de la regla: “Todo empezó por la necesidad de tener aguinaldos en diciembre. Desde siempre era yo quien hacía los arbolitos de mi casa y buscaba los adornos de Navidad. Una prima me animó a hacer el trabajo comercialmente y sin darme cuenta un día ya estaba metido en esto”.
Vicente Izarra egresó de Ingeniería Industrial en La Universidad del Zulia, pero cuando descubrió que podía vivir de la decoración y organización de eventos tuvo que tomar un difícil decisión: “Aunque ya tengo años en esto todavía hay momentos que siento un poco de nostalgia por los asuntos coroporativos. Además mis amigos me echaban demasiada broma, por los clichés relacionados con este tipo de profesiones. Pero creo que éso es lo interesante de tomar decisiones, que uno siempre piensa qué hubiera pasado si el camino elegido hubiera sido otro. Lo cierto es que mi profesión ha sido sumamente útil para mi trabajo, ya que no todo son flores y telas, sino que cada evento tiene detrás de sí una logística compleja, sobre todo en la parte de instalaciones eléctricas, donde la mente de un ingeniero es muy útil”. Esa ventaja fue la que hizo que Vicente Izarra llamara la atención de la gente del salón de fiestas El Guacamayo, quien lo adoptó como decorador fijo, una oportunidad que lo llevó a conseguir uno de sus primeros grandes trabajos: la decoración navideña del Doral Center Mall, donde posteriormente inauguró su primera tienda, dando el paso decisivo de su independencia con la fundación de Vicente Izarra Eventos. Hace tres años abrió una nueva sede en el Hotel Kristoff, construida con el esfuerzo de un gran equipo de trabajo, que tiene sobre sus hombros incontables novias, quinceañeras y afines que eligieron a Vicente Izarra como su gran aliado: “Mi mayor satisfacción es saber que mis clientes me aprecian como a un amigo. Yo disfruto mi trabajo y decidí ser el mejor en lo que hago. Por eso, a pesar de que esto es un trabajo muy exigente, siempre los apoyo hasta el cansancio. El éxito de cada evento es de los dos: lloro con ellos y río con ellos. Cada uno es un proyecto, un reto nuevo que me impone la vida y que debo conquistar. Esa sensación se ha convertido en mi única adicción”. C.W