7 agosto, 2023
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RODRÍGUES, Nina
Chataing tiene muy claras las razones por las que dejó Venezuela. Siendo padre de un pequeño de dos años y con otro bebé en camino, tuvo que debatirse entre iniciar una vida política o buscar un futuro estable para su familia y los hijos que tanto añoraba. Es así como en 2015, producto de las acciones que el Gobierno Nacional tomaba “irrespetando la voluntad de la mayoría, reflejada en el resultado electoral”, voló a Miami, un destino natural para él, puesto que ya había hecho vida en la ciudad norteamericana y en la que podría seguir entreteniendo al público sin temor a ser expulsado de un espacio en radio o televisión por motivos políticos.
El cambio de código postal representó un desprendimiento forzado de sus raíces, de la gente con la que a diario convivía, no solo en la emisora donde hacía radio, sino también de las personas con las que se cruzaba en aeropuertos por todo el país, durante sus giras. También vivió la angustia de que la distancia no lo alejara de la búsqueda por recomponer su nación, la cual veía quebrantada: “Redimensionar mi lucha desde afuera fue muy complicado. Perdonarme a mí mismo el no seguir en el país fue doloroso, pero por otro lado tenía la alegría de ver a mis hijos y a mi esposa tranquilos en un parque público sin temores, ese fue el equilibrio”. El locutor no aspiraba más que una infancia para sus hijos como la que él tuvo en el Cafetal —Caracas—, “un lugar en el que se podía ir al colegio en bicicleta sin riesgos”.
En Miami, Chataing se dio cuenta que podría usar la nostalgia, que es tan potente, como motor para impulsarse hacia adelante sin desarraigarse. “Entender que estás en un lugar que se mueve a su propio ritmo, al cual debes adaptarte porque es tu nuevo entorno es complicado y en la medida que logras entenderlo y superarlo, te irá mejor”.
Su voz sigue al servicio de su tricolor a través de Conectados, su programa televisivo en VIVOplay, en el que dedica su característico humor para expresar y defender la bandera política que siempre ha ondeado: la democracia. Además, sus giras internacionales con sus standup le permiten conocer a venezolanos en otros países, producto de la diáspora, cuya experiencia ha sido reveladora para él: “La mayor factura que le puedo pasar a los responsables de la onda migratoria es habernos arrancado tanto talento y gente buena; eso es un daño espiritual y moral muy grande que esperamos que encuentre sanación pronto”.
Mientras no baja la guardia, Chataing se talla en el pecho hasta el último recuerdo de Venezuela para que no se desvanezca mientras confía en que cada emigrante saldrá fortalecido de esta experiencia.
