Celebridades

Sus tonadas, el sentimiento y las raíces del grande del folclore venezolano se mezclan para recordarle siempre

8 agosto, 2017

La ciudad de Barbacoas presenció el nacimiento de la voz insigne de Venezuela, uno de los artistas más ilustres que la tierra del tricolor haya parido. Simón Narciso Díaz Márquez creció entre morichales, el sol de Aragua y los mugidos de las vacas  para formar una personalidad cargada de la esencia de los llanos, que lo llevaron a convertirse en cantante, músico, poeta y un humorista con un sentido propio que logró plasmarlo en las letras de sus canciones.

Simón comenzó a empaparse de cuatro y letras desde muy niño, donde su padre, Juan Díaz, ayudó en su formación en la música con olor a tradición: arepa, carne en vara y tierra húmeda.

Con un talento propio de sus andanzas y una voz con sonidos de tenor, Simón comenzó a componer tonadas y boleros desde muy joven, casi improvisando acorde a sus experiencias.

Apenas empezaba a abandonar los arapos de su infancia para vestirse de adolescente, cuando tuvo que asumir la responsabilidad de sacar adelante a su familia después de la muerte de su papá.

El tiempo pasó y con él llegó una carrera llena de éxitos musicales, que invadieron el mundo, que en distintos idiomas encantaron los oídos.

Su voz se mezcló con la de otros grandes artistas como Placido Domingo.

Ahora, el mundo celebra el aniversario de nacimiento de una de las figuras más ilustres, que llegó un día como hoy, pero en 1928 para marcar a toda una generación y las siguientes con su pluralidad, que lo hizo único.

La sombra de su ausencia en la tierra no ha empañado el recuerdo del Tío Simón, como le decían con cariño quienes disfrutaron de su talento, apesar de los tres años que cumplió el pasado 19 de febrero.

Sus letras son cada vez más vigentes y se funden en los oídos para transportar a quien lo escuche a la sabana que lo vio nacer, crecer y convertirse en un eterno maestro del folclore venezolano.