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Hay personas cuyo destino pareciera que se trazara hasta incluso antes de llegar al mundo, y esta panameña oriunda de la provincia de Colón es una de ellas. Integrante de la tercera generación de una familia textilera, lo que comenzó como una pasión heredada, la ha proyectado como una de las más importantes exponentes del diseño de modas del país centroamericano.
Gran parte de la infancia de Sara Bassan transcurrió en el almacén de telas de su padre, donde recuerda que pasaba horas jugando con estas, acomodando los hilos por tipo o color y buscando patrones para diseñarle piezas a sus muñecas. De hecho, ha sido el diseño algo tan intrínseco en ella, que no recuerda cuándo fue la primera vez que diseñó una vestimenta, pero sí que su primera colección la creó a sus 15 años de edad.
Desde allí empezó a participar en desfiles e inspirada en diseñadores que admira como Valentino y Giorgio Armani, se avocó al área de la alta costura: “Ver la perfección de los detalles de sus costuras fue lo que me motivó a mí más que nada a seguir sus pasos”.
Sin dejarse llevar por las tendencias efímeras, y trabajando exclusivamente con telas finas –en su mayoría europeas– esta creadora busca que sus colecciones no pierdan vigencia con el pasar de los años, característica que la identifica: “Mis piezas nunca pasan de moda. Puedo dejarla en el clóset y sacarla en 10 o 30 años y siempre se va a ver de hoy”.
A finales de los años 90, la diseñadora abrió su atelier de haute couture en la capital panameña, mientras su nombre empezaba a forjarse en el rubro de la moda en su país al participar en eventos como Señorita Panamá. Pero fue luego de haber sido invitada al Miami Fashion Week, en el año 2000, cuando el público la adoptó como referencia en el diseño, impulsando su carrera y llevándola dos veces más al popular encuentro de moda en la ciudad norteamericana, consiguiéndole ganar varios premios en el Días de Moda Panamá, vestir a primeras damas como a las finalistas del Miss Universo cuando se celebró en su país, y hasta ser calificada como una de los 10 mejores diseñadores de moda en Latinoamérica por la revista Vogue.
Sin embargo, Sara mantiene una humildad campante: “Nunca considero que he llegado al tope porque uno puede ir mejorando. Siempre hay espacio para crecer, mejorar y aprender”.
Con respecto a la industria de moda de su país, considera que a Panamá le falta es “consumir el producto que hace” y apoyar más a sus diseñadores; y para el futuro de su marca espera seguir trabajando en el proyecto que lleva junto a la boutique Studio Moda, que consiste en la creación de piezas exclusivas a precios accesibles que se actualiza semanalmente. Así como seguir el negocio familiar y de su propia línea con su hija, quien trabaja en ser sucesora del legado de su madre, la reconocida diseñadora Sara Bassan. A.D.B.