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El conflicto iniciado en Siria cuando protestantes solicitaban la renuncia del presidente sirio y líder del régimen del partido Baaz, Bashar Al- Asad, ha tenido como desenlace una guerra civil que ha dejado al país en ruinas y a una población destrozada.
Sirios que no han podido huir de los estragos están condenados a vivir bajo la angustia, la desgracia y los asedios. El propósito de los asedios es conquistar una zona mediante el desgaste de sus pobladores y el cierre de sus periferias con militares; situación por la que diferentes ciudades de Siria están pasando actualmente, lo que impide el paso de la ayuda humanitaria y que los civiles puedan escapar.
Ciudades como Madaya, ubicada al noroeste de la capital de Damasco, no reciben asistencia comunitaria desde hace más de 110 días. Staffan de Mistura, enviado especial de la ONU para Siria, ha pedido un cese el fuego con el propósito de socorrer a la población, “pedimos una pausa en los combates (…) estamos listos para actuar”, indicó.
El paso de la guerra no solo ha significado pérdidas materiales, también ha comprometido el futuro del país, los niños sirios están en grave riesgo de transformarse en una generación desviada, así lo menciona la organización Save the children en un comunicado publicado.
El caso de Aylan Kurdi, el niño kurdo que murió ahogado en las costas de Turquía cuando su familia intentaba huir de la guerra y el de Omran Daqneesh, quien fue rescatado de los escombros de lo que alguna vez fue su hogar -ahora convertido en ruinas- dieron la vuelta al mundo, puesto que representan dualidades de la realidad de los infantes sirios. Mientras unos luchan para no morir en su país, otros luchan para no morir ahogados al intentar huir.
Estos conflictos están afectando psicológicamente a la población, sobre todo a los menores de edad, ya que no están viviendo bajo unas condiciones óptimas durante su crecimiento, lo cual va a acarrear en secuelas emocionales. “Los niños están psicológicamente acabados. Cuando hacemos actividades como cantarles, no reaccionan para nada; no se ríen como lo harían normalmente”, relató una profesora de Madaya, según el reporte publicado por Save the Children.
En Madaya, que cuenta con más de 40 mil habitantes, cientos de personas están sufriendo problemas psicológicos graves y la mitad de los afectados son menores de edad. Al menos seis niños y adolescentes y un aproximado de siete adultos, han intentado quitarse la vida en los últimos meses, como consecuencia de la guerra y el asedio; según informaciones publicadas por Save the Chilldren.
La presión de vivir bajo estas circunstancias día tras día afecta a más de 250 mil niños en Siria, y a pesar de que tratan de ser resistentes, se evidencian las señales del trauma. “Además de las amenazas físicas inmediatas a las que se tienen que enfrentar los niños durante esta crisis, corren igualmente el riesgo de sufrir secuelas emocionales enraizadas en lo más profundo de ellos mismos” acotó Pia Britto, responsable para el desarrollo de la primera infancia de UNICEF.
El comunicado emitido por Save the children indica que las personas y los menores de edad están sufriendo perturbaciones mentales como depresión severa y paranoia, los cuales no se tratan de forma adecuada puesto que no hay recursos para la salud psíquica.
La recuperación psicológica por la que los afectados deben pasar se ve comprometida por falta de fondos para la protección de la infancia, “las consecuencias para el futuro de la salud mental de toda una generación podrían ser catastróficas”, agrega la organización.
Según datos aportados por UNICEF y Save the children, el 51 % de los refugiados son niños, de los cuales 700 mil no pueden asistir a una escuela, sumándole que uno de cada cuatro menores de edad, está en riesgo de padecer una enfermedad mental. No poder ir a un colegio, el alto grado de estrés en el que viven diariamente, el constante desplazamiento, asedio y la falta de asistencia médica no permitirán que estos niños puedan recuperarse satisfactoriamente; y les tomará mucho tiempo volver a tener las riendas de su futuro.
“Ayudar a los niños de Siria es invertir en el futuro del país, ya que serán los médicos, profesores, abogados y líderes del mañana. Apostar por esta generación consiste en ayudarles a adquirir las capacidades y el conocimiento que necesitarán para reconstruir sus comunidades cuando regrese la paz”, manifestó Anthony Lake, director ejecutivo de UNICEF.
Juegos, tiempo con sus familiares y amigos, seguridad, salud, educación… son elementos necesarios para el crecimiento emocional y psicológico adecuado de un niño. Sin embargo, en esta guerra de adultos, son los niños las verdaderas víctimas de una situación que ellos no propiciaron, pero que en el futuro tendrán que resolverlo, por ser la generación de relevo.
(Fuentes: Save the children, UNICEF)