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Miguel Rodríguez, éxito envuelto en papel de regalo

Miguel Rodríguez, éxito envuelto en papel de regalo

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Miguel Rodríguez, éxito envuelto en papel de regalo

Perfiles

1 diciembre, 2008

DONDYK+RIGA

“Vamos para Hallmark” era la frase favorita de quien necesitara comprar un encantador regalo en la década de los ochenta. Aunque ella no coincidiera con el nombre del negocio, La Corona era este paraíso donde los artículos de la famosa Hello Kitty se alternaban con dulces, peluches de bondadoso tamaño e inolvidables tarjetas con el sello de Hallmark. Situado en el Costa Verde desde la inauguración del centro comercial en 1980, la tienda es atendida por Miguel Rodríguez y su familia: “En una visita a Maracaibo, mi hermana y su esposo me invitaron a asociarme. Como veía lo que habían hecho con La Corona y me parecía un negocio extraordinario, acepté”. Este nativo de Ciudad Bolívar y graduado en Administración de Empresas hizo de Maracaibo su segundo hogar y de La Corona el trabajo de su vida. Tras once años de experiencia en grandes compañías privadas, Miguel incursionó en el comercio dispuesto a hacer de este negocio uno exitoso y perdurable en el tiempo: “Desde mi entrada ha sido un batallar. Tras la crisis financiera de 1983 se complicaron las importaciones y tuvimos que suplir la tienda con productos nacionales como muñecas de trapo de Mérida o cerámicas de Barquisimeto, que a la final resultaron ser un gran éxito que todos recuerdan. Me ocupé del negocio pensando: ‘si hay gente que vive de esto, ¿por qué yo no?’. Hace quince años viajamos a Estados Unidos buscando renovar y nos conseguimos con la marca Blue Mountain. Con ellos ampliamos nuestro horizonte, tanto así que ya no éramos sólo detallistas, sino grandes distribuidores en todo el país”. Con dos nuevas sucursales en la ciudad, sus vitrinas con lámparas y artículos antiestrés dejan adivinar de lejos que se trata de La Corona, sin embargo, sigue siendo el de Costa Verde, el que todos visitan: “Nunca hemos bajado la guardia. Siempre lo mantenemos surtido y es toda una bendición que haya sobrevivido en las buenas y en las malas. Uno aprende a querer las cosas a medida que se va lidiando con ellas. Estos negocios representan mucho sacrificio y esfuerzo, y así me ha pasado con La Corona. Y aunque algunos me digan: Miguel vienes de altos cargos y ahora andas metido en una tienda vendiendo tarjetas. Yo les respondo muy contento que e negocio me ha dado tantas satisfacciones que me ha permitido viajar por el mundo, conocer Venezuela entera, y hasta superarme profesionalmente, porque soy lo que quiero: un comerciante cuyos clientes creen en él”. A.B.