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Un poeta la definió como María y sus dos atmósferas: la tridimensional y la bidimensional. Basta ver sus prominentes esculturas con rostros femeninos o sus pinturas con intersecciones de formas y colores intensos, para entender el elogio que aquel poeta regaló al trabajo de la artista plástica María Velásquez. En su infancia margariteña ya se veían atisbos de talento cuando, con gran imaginación y creatividad, lograba que unos simples vegetales y frutas se transformaran en juguetes y muñecas para su entretenimiento. Con la mudanza definitiva de toda su familia, a los nueve años conocería Maracaibo, una ciudad que le brindaría una oportunidad a su arte. Tras licenciarse en Preescolar, fundó la escuela El Principito, lugar donde reviviría inesperadamente su amor por la pintura: “El dibujo de los niños es tan interesante y tan bello que cuando los veía me decía: algún día voy a estudiar arte. Allí decidí tomar cursos de pintura con el maestro Hugo Jorquera y dejarlo todo para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas “Neptalí Rincón” y aceptar una beca que mi profesor de escultura, Luciano Celli, consiguió para mí en Italia”. Una licenciatura en Arte y otra de Educación le permitirían lograr una fusión que le brindaría realización plena en su carrera: enseñar arte. Desde hace veinte años se le conoce en los predios de la Neptalí como la “profe” de Diseño, Dibujo Anatómico y Escultura, al igual que en la FEDA y la Unica. Cuando las clases no colman su atención, su taller es el principal testigo de su efervescente creación: “Cuando se hace arte uno entra en una especie de locura, donde no se trabaja con la conciencia, sino con el inconsciente, proyectando todo lo que llevas por dentro. Lo más bello de ese momento es que cuando estás tan embelesado con tu obra, simplemente no puedes desprenderte de ella”. Inspirada en cada personaje que conoce o en alguna historia cercana, María aprovecha cada encuentro con la madera, el hierro, el bronce, la piedra artificial y los polímeros para hacerse sentir: “Siempre pretendo dominar la materia. Cuando se saben las técnicas es que se comienza a inventar. Esos conocimientos son los que acercan a la creatividad. No podría vivir si no pudiera hacer mi arte. Cuando dibujo, al tiempo vuelvo a verlo y recuerdo la etapa que estaba viviendo. Es en ese momento cuando le consigo un nuevo significado a mis obras; un momento de auto evaluación donde me digo: Ya sé por qué hice esto. Es algo que nunca acaba”. A.B.