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Entre el 86 y el 88 la ciudad disfrutó de la corta vida de un local nocturno llamado el Fun Club, una discoteca con capacidad para cuatrocientas personas ubicada encima del emblemático local Da’Antonio. En una época cuando las calles eran el sitio de encuentro y el punto por excelencia era la 72 con Santa Rita, Fernando Galué detectó la oportunidad para estrenarse como administrador: “Estudié en la Universidad de La Florida y al volver a Maracaibo me encuentro con que mi grupo de amigos y yo queríamos salir y había muy pocos sitios a dónde ir. Así que con mis primos, Luis Finol y Bernardo Vera, y mi hermano Francisco Galué decidí crear el Fun Club. La experiencia fue como un posgrado para mí ya que por primera vez entendí lo que era tener un negocio”. Fernado Galué viajó a Caracas a conocer la movida nocturna capitalina, y conoció un sitio llamado New York New York, ubicado en el Centro Comercial Concresa. De allí tomó la inspiración para ambientar su discoteca, cuyo desarrollo estuvo a cargo de Manuel Yélamo. Una pista blanca con luces de colores, cuatro columnas de neón que cambiaban de color según el ritmo de la música, espejos, alfombras y tuberías niqueladas creaban la atmósfera para entretener a los clientes que, con sólo pagar una inscripción, obtenían su memebrecía. Abrían de miércoles a sábados en tiempos cuando la ausencia de decretos municipales permitía a la gente rumbear hasta que se hiciera de día en los locales nocturnos: “Siempre teníamos disc jockey y música en vivo. Recuerdo que presentábamos a menudo el show de un travesti imitador de Madonna. Se hizo tan famoso que hasta salió en un programa de televisión de la época llamado Close Up, conducido por Gilberto Correa. La gente hacía cola para entrar a verlo”. A pesar de haberlo disfrutado, Fernando Galué sabía que quería una vida y un negocio más tranquilo: “La época del Fun Club fue muy buena, pero la vida nocturna no era lo mío. No me gustaba lidiar con policías, ni con las clásicas peleas que se forman en lugares donde se consume alcohol. Aunque en ese tiempo Maracaibo era muy segura; nadie estaba armado. Actualmente trabajo administrando el negocio familiar, la Clínica de Ojos, y disfruto en mi tiempo libre navegando. Todos los años participo en la carrera del Orinoco. En los días del Fun Club los desconocidos me saludaban en el banco como si yo fuera un artista. Eso me incomoda, me gusta mantener un bajo perfil. Lo mío, definitivamente, es la tranquilidad y el mar”. C.W.