DONDYK+RIGA

De lunes a viernes y siempre como debe ser: a las diez de la mañana, en punto, con su uniforme listo y su sonrisa a cuestas. Quien pensaba que haber nacido con Síndrome de Dawn era una limitante para vivir seguramente no conoce a Juliana Añez, una joven que desde el 2006 trabaja en el resturante Friday’s del Centro Sambil Maracaibo. Su madre, Marina Carvajal, fue en gran parte artífice de esta hermosa realidad: “Nadie espera esto, pero una vez que lo supe le prometí a ella lanzarla al mundo. Me siento orgullosa, pues juntas logramos la meta que siempre soñé: darle un lugar en el mundo”.

Y ciertamente Juliana lo ha tenido siempre. Estudió hasta los cuatro años en un kínder regular llamado Tacupí y cursó hasta el sexto grado en el Colegio La Merced. Su escolaridad la combinó con actividades que disfruta, como sus clases de natación en el Hotel del Lago, los aeróbicos y las caminatas: “Juliana es muy disciplinada, no sale de la casa sin tender la cama”. Ese carácter la convirtió en el ideal de lo que Friday’s estaba buscando: “Un día vinimos a comer e inesperadamente el gerente se acercó a proponerle el trabajo. La cadena implementó la iniciativa de contratar personas especiales en los restaurantes de los Estados Unidos y en Venezuela quisieron seguir la iniciativa”. Y oyendo a su madre Juliana sonríe antes de comenzar a explicar en qué consiste su trabajo: “Arreglo las mesas, las sillas, ordeno los cubiertos y acomodo los manteles”. Inevitablemente Juliana endereza el individual que desordena mi codo mientras escribo las palabras de su mamá: “Esto ha sido una bendición de Dios. Me sinto escogida y doy gracias todos los días por tenerla. Lo importante es que ella se siente útil y se traza sus propias metas: “Me gusta pintar… Quiero ir a París”. Un sueño que Juliana cumplirá con el sudor de su propia frente. C.W.

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