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Ana Irene Balza apostó por un sistema de educación en el que se aprende construyendo; apostó y ganó con un proyecto bautizado como Jou-Tai. La vocación docente de esta educadora no se limitó al trabajo de aula, sino que germinó como un concepto que en 1983 revolucionó a Maracaibo: un preescolar en el que la “tempestad” que es un  niño –es ése el significado de la terminología wayuu Jou-Tai– florece bajo el cuidado de un dúo pedagógico dentro de la

misma sala, reforzado por tareas asociadas al entorno y el proceso individual de cada uno.

Así lo han asimilado Andrea y Daniela, herederas de este “hacedor de futuro” y estudiantes de psicología, que completan un círculo de atención integral. “La pasión con que se entregó mi mamá al colegio nos contagió”, esta razón fue más que suficiente para Andrea al complementar sus estudios en Educación Preescolar con la labor como maestra en Jou-Tai. Tras haber descubierto su verdadero destino en el estudio del comportamiento humano, hoy es responsable de la optimización de las potencialidades del niño a través de las tareas dirigidas por las tardes.

Daniela incentiva la filosofía de Jou-Tai con respecto a la  prevención temprana, como asistente en el área de psicología en la unidad Alfredo Armas Alfonso, que es la prueba irrefutable de la consolidación de la obra de Ana Irene, integrando los ciclos de Básica y Diversificado, que rendirá su primer fruto palpable dentro de dos años: la primera promoción bachiller que nació en Jou-Tai. Una labor titánica en manos de una madre, cuyos mejores discípulos han sido sus hijas, manos que reciben la antorcha de un futuro que… comienza allí. E.R.

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