Revista

1 diciembre, 2005

Tiempo de regalar

Regalar en Navidad es una tradición con un origen incierto. Los romanos acostumbraban a dar regalos de buena suerte a los niños durante la Saturnalia (fiestas para honrar al dios Saturno); también se dice que la costumbre viene de los presentes que dieron los Reyes Magos al niño Jesús. Sin embargo, la teoría preferida por los niños es la de ese benefactor anónimo llamado Santa Claus, que cada Navidad reparte juguetes a todos los niños del mundo que se han portado bien.

Noche de paz, noche de luz…

La Navidad es la cristianización de la más antigua fiesta de la humanidad: la del solsticio de invierno, esa etapa del año cuando las noches son más cortas y los días más largos; cuando la luz vence a las tinieblas. Durante las celebraciones, al caer la noche los romanos pasaban sus “noches en vela” o “veladas”, iluminando el ambiente con luz de velas. Esa tradición se fue transformando; antaño era costumbre adornar el árbol de navidad con velas, sin embargo, las luces eléctricas han reemplazado este papel.

La tradición del cascanueces 

La figura del Cascanueces fue creada en 1816 por el escritor Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, una de las grandes figuras del Romanticismo alemán, quien concibió la historia fantástica de una niña que se enamora de un cascanueces de juguete, que se convierte en un ser de carne y hueso dentro de un fantástico mundo donde los juguetes cobran vida. La historia se popularizó con la suite de ballet creada por el compositor ruso Chaikovski, quien sin saberlo arraigó uno de los mayores símbolos navideños del siglo XX.

El hombre de rojo

Todos los niños sueñan con ver, aunque sea una vez, al gran protagonista de la Navidad, ese ser esperado que reparte regalos a los niños del mundo entero. Cada lugar tiene su propia imagen de este personaje: Santa Claus, San Nicolás, el Viejo Padre Navidad, Befana (la mujer Santa en Italia), los Reyes Magos, los Duendes de Navidad, el santo Kolyada de Rusia, el Joulupukki de Finlandia. En Venezuela los pequeños esperan al Niño Jesús, pero sin dudas la figura más universal es la de ese hombre bonachón vestido de rojo, concebido  por el pintor Habdon Sundblom para la campaña navideña de Coca Cola en el año 1931.

Guirnaldas navideñas

Las guirnaldas suelen colocarse en las puertas de las casas para anunciar la celebración de la Navidad. Este adorno de origen escandinavo tiene raíces simbólicas universales: la luz como salvación, el verde como vida y la forma redonda como eternidad. Los cristianos la relacionan con la Corona de Adviento, la cual se prepara para esperar la llegada del Niño Jesús. Este adorno ha demostrado ser muy versátil y hoy puede conseguirse en diversas formas y colores; sin embargo su esencia se mantiene.

Todo lo que brilla…

Los adornos del árbol navideño varían de país en país, sin embargo, los abalorios o bolas de colores son una constante. Dicen que fueron inventados por los sopladores de vidrio de Bohemia del siglo XVIII y que se utilizan como símbolo de abundancia de todo aquello que es imprescindible: salud, dinero, paz, amor… La tradición latina asocia al árbol de Navidad con el árbol de la vida, que lucía en medio del Jardín del Edén y por eso en ocasiones los abelorios están hechos con pequeñas manzanas rojas.

 Besos bajo el muérdago 

Dice la tradición que aquella mujer que recibe un beso bajo el muérdago la noche de Navidad encontrará el amor que busca o conservará el que ya tiene. Si una pareja pasa por debajo de una puerta con muérdago, deben besarse para atraer la buena suerte. Esta planta era sagrada para los antiguos druidas pues simbolizaba la vida eterna; el respeto que le tenían era tal que cuando dos enemigos se reunían bajo esta planta en algún bosque se debía declarar una tregua y deponer las armas. Poco a poco la tradición se fue modificando hasta quedar en el beso que se utiliza actualmente. Ninguna excusa es mala para robar un beso en Navidad.

 

Fotografías: Dondyk+Riga

Producción: Rosanna Bernardoni

Modelos: Isabella Uzcátegui, Marcela Tomassi, Rebecca Gianforcaro, Yin Kei de Maqua, Luca Cafoncelli, Caterina Cafoncelli, Matías Pardo, Nicolás Pardo y Etienne Dondyk