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Mimí Lazo, el fax de 8 páginas

Mimí Lazo, el fax de 8 páginas

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Mimí Lazo, el fax de 8 páginas

Revista

25 febrero, 2018

MARQUEZ, Carlos

“En 1995 se produjo una de las tantas crisis cíclicas de la industria de la televisión en Venezuela. Ese año hubo despidos masivos y, luego de diecisiete años siendo imagen del canal nacional RCTV, recibí mi sobre amarillo con mi liquidación. Recuerdo que estaba en mis treinta, pero eso para una mujer en Venezuela, y más si trabaja en la televisión, era ya ‘no ser joven’. Por eso fue inevitable sentir que mi carrera de actriz terminaba con aquel despido. Todo tenía una sensación de final, no sabía yo entonces que para que haya un comienzo ese final, por doloroso que resultara, era necesario. Tenía la certeza de que mi carrera en Venezuela había terminado y antes de quedarme de brazos cruzados y ser presa de depresiones nostálgicas, hice mis maletas y me fui a Miami. Esto fue mucho antes de que tantos otros decidieran lo mismo, aunque por razones distintas. Por esa época descubrí a Shirley MacLaine, no como actriz, sino como líder espiritual. Con ella a Louise Hay y a muchos otros que me acompañaron en ese período duro a ver la vida desde otra óptica. Comprendí que uno decide y es responsable de lo que ocurre en su vida, aunque en ese momento no entendía por qué, si lo que más amaba era mi trabajo, estaba desempleada y sin perspectivas de un nuevo proyecto. Un día, siguiendo la voz de Shirley mientras meditaba viendo al mar, sonó el fax —sí, ese era el e-mail de 1995—. Era Mónica Montañés, mi querida amiga. Al igual que yo, Mónica se había quedado sin trabajo en el Diario de Caracas, que acababan de cerrar, para el que me había entrevistado meses atrás publicando una maravillosa conversación entre nosotras titulada ‘Uno viene al mundo a realizar sus sueños’. Mónica había partido de esa conversación pública y había escrito una obra de teatro. Eran apenas ocho páginas que llegaron a mi fax en Miami. Las leí y me emocioné. No sabía cómo, pero regresaría a Venezuela a montar eso. Durante varios meses intenté convencer a distintos directores amigos que rechazaron el proyecto por improbable, porque no le encontraban la vuelta, porque no sabían qué hacer con él. Finalmente Mónica convocó a Gerardo Blanco, que estaba dispuesto a dirigirlo. Y así fue que el 7 de junio de 1996 estrenamos El Aplauso va por Dentro, la obra de teatro que iba a convertirse en el espectáculo más exitoso de la historia en Venezuela. Pero más aún, las ocho páginas de un fax que me cambiaron la vida demostrándome, a mí y a millones de mujeres de todo el mundo, que la vida comienza realmente a los 40”.