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Mario Cáceres, una lírica con magia

Mario Cáceres, una lírica con magia

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Mario Cáceres, una lírica con magia

Revista

El cantautor venezolano vivía la epopeya del inmigrante en Miami cuando por cosas del destino, sus composiciones calaron en el movimiento latino que hoy día lidera las listas musicales.

5 diciembre, 2017

Foto: LOZADA, Silverio

¿Qué pasa en las neuronas del creador de los hits musicales? Se requiere ingenio, motivación y un enriquecido bagaje cultural que permita componer desde una canción de cuna hasta el más polémico trap. Mario Cáceres tiene ese talento, y es ampliamente reconocido por veteranos de la industria, incluso firmado por la disquera Sony/ATV.

Su travesía inició en 2015 con un par de maletas, un corazón lleno de sueños y una gran inspiración: Dios y su familia. Rumbo a Miami, también empacó humildad, que en su voz se transforma en un ‘voseo’ de su natal Maracaibo, Venezuela, y en la capacidad de mantener los pies sobre la Tierra ante una reverencia del mismísimo Marc Anthony.

Conversamos con el creador de los éxitos Felices los 4 de Maluma, Mayores de Becky G, Lágrimas no más de Guaco, y otros temas de artistas como Fonseca y Diego Torres que llevan la firma venezolana “con la lírica de Cáceres”.

¿Cuáles fueron los sucesos de tu viaje?
Nacho, que es mi amigo desde que yo tenía un dúo musical con Hernán Portillo, quien era su primo, me llamó cuando estaba en Miami, ya pensando en regresar, porque había enviado unos temas a Cristian Castro y dentro de esos iba uno mío, y era el que le había gustado. Me insistió que cambiara mi boleto de regreso, que me quedara en su casa y en eso pasó mes y medio. Como a dos semanas aparecí por obra y gracia en la casa de Marc Anthony, porque Chino (Jesús Miranda) y Nacho tenían una reunión y me invitó a acompañarlo. Después de la reunión laboral, tuvimos una tertulia y terminé esa noche cantando por petición de Nacho. Cuando terminé, Marc se paró y me dijo ‘wow, con quién estás tu firmado. Nacho, gracias por este regalo’, me hizo hasta como una reverencia, fue un momento mágico.

¿Habías sentido eso en otro momento en tu trayectoria?
Siempre viví cosas muy bonitas en Venezuela. Pero el de Marc tenía un peso especial porque ya yo estaba viviendo fuera del país, en los primeros días que son los más difíciles, en los que no sabes qué va a pasar, y que te pase algo así, tener a uno de los señores más fuertes de la industria reconociendo tu talento, diciéndote ‘dale, no pares, sigue así’, es increíble.

¿Tuviste alguna otra aspiración diferente a la música?
Desde chiquitico siempre supe que era la música lo que quería hacer. Aunque a parte de músico hubiese querido ser presidente de Venezuela (ríe), en serio. La única vez que dudé de hacer música fue cuando murió mi papá, quien además de ser mi amigo, era un servidor social que vivía para ayudar a los demás. Me enseñó que una de las misiones más importantes en la vida es servir a la gente. Ahí se me metió en la cabeza estudiar ciencias políticas para honrarlo, pero gracias a Dios recapacité y me di cuenta que la música es la mejor y la más hermosa herramienta para servir.

Foto: RODRIGUES, Nina

¿Qué te motiva?
Los mensajes de la gente son una cosa maravillosa. Me pasó con la canción Volver a casa, sentí por primera vez una conexión diferente, igual que con Dónde estés, porque la gente la interpretó a su manera. También mi familia, sin ellos no lograría nada.

¿Cómo calificas tu experiencia dentro de la industria musical?
La palabra que la resume es mágica, porque nunca tuve interés en ser parte de la industria. Mi único interés era tener el título de mi carrera de ingeniería en sonido; fue loquísimo. Pasé de estar llorando en un sofá, pensando que quería volver y estar allá con mi esposa y mis hijos, de embalar cajas, hasta me tocó hacerle un Uber a Ricardo Arjona, a que de pronto te pase algo como eso, es mágico. La verdad me siento agradecido, siento compromiso y deber con Dios y con la vida de hacer cosas para el bien.

¿Qué parte disfrutas más del proceso de componer?
Eso es como preguntar a quién quieres más de tu familia. Hay un pedacito del corazón para cada uno. Así es con el proceso musical, cada parte tiene su magia. Cuando sale algo, a pesar de que lo haga yo, siento que alguien me lo está diciendo: que es Dios. Siempre está ese no sé qué. Después viene el proceso de vestir a la novia, que el vestido entalle en la cintura, escoger los zapatos, los accesorios, que todo combine. Luego sale y pa’ vos es la reina, todos la quieren, todos la escuchan y quieren bailar y gozar con ella; es tuya y es de todo el mundo.

Servando Primera y Mario Cáceres, compositores de Felices los 4

¿Prefieres estar en el escenario o detrás de las canciones? ¿cómo vives esa dualidad?
Mi sueño definitivo, el centro de todo, es cantar mi propia música. A lo que más quisiera dedicar mis ganas, mi esfuerzo y conocimiento es a ese proyecto de Cáceres como artista.

Felices los 4 de Maluma fue muy polémico, ¿cuál fue tu posición respecto a la critica que hubo hacia el tema?
Desde mi percepción, creo que sí hay temas donde se abusa del lenguaje y la manera de decir las cosas. La canción no dice nada vulgar, todo está en la mente de la persona y quien lo interprete. Siempre me preguntan que por qué cuatro si en el video salen tres y la verdad es que la canción nació de un dicho muy maracucho, muy venezolano, que dice: amor de lejos, felices los cuatro. Y como Maluma había sacado Cuatro babys, quisimos hacer algo con eso mismo, pero que fuera más inteligente, bonito y cantable. Al final Felices los 4 no es ninguna grosería ni vulgaridad, es una verdad. Es igual en Mayores, es la gente que le da esa connotación. Piensan que el sexo es algo malo, es un tabú y no es así.

Cuando te pidieron por primera vez que participaras en la creación de un tema así, ¿cuál fue tu reacción? ¿cómo te adentraste en el?
Ya lo venía haciendo por mí, como un trabajo. Uno de los primeros temas que escribí en reggaetón es Lagrimas no más de Guaco. Me basé en El perdón de Nicky Jam con Enrique Iglesias y Lagrimas no más nació como una continuación para ese tema. Un día me llama Gustavo Aguado (Guaco) pidiéndome que le enviara algunos temas, pero no le pasé ese, porque era para Enrique Iglesias. Pero después agarré la guitarra, le envié una grabación de esa canción y a los cinco minutos me llamó diciéndome que ese era el tema y que lo hiciera como yo quisiera. Para mí fue una cosa hermosa.

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