Busca por palabras claves, luego dale a enter
“Trabajé en la parte editorial por unos diez años, con la revista Exclusiva. ¿Cómo pasé de la parte editorial a la calle? Pues, siempre trabajé con lo que me gusta, estaba involucrado con el periodismo, la comunicación y la fotografía. Durante el año 2014 tuve la necesidad de informar. A estas alturas ya tengo un nombre y muchas responsabilidades, incluyendo los viajes que hago, por lo que ya no podía atender la dirección de una revista”.
Isaac Paniza es un fotógrafo venezolano con amplia trayectoria en los medios de comunicación. El público lo conoce desde 2014 –bajo el nombre Ipaniza–, año en el que decidió salir a las calles para cubrir las protestas. En ese entonces, su propuesta tenía algo diferente: informaba, invitaba a la reflexión y –entre tanta tragedia– no ha caído en el amarillismo. Ipaniza, como lo conocen en las redes sociales, usa la fotografía como herramienta para transmitir un mensaje, para hacerle entender a la población que todos tenemos responsabilidad en la construcción de un país. ¿La de él? Aparte de construir un país, manejar información de forma objetiva y mantenerse en la calle para crear un archivo que perdure; es llenar sus capturas de un mensaje esperanzador, para ver esa luz al final del túnel.
¿En algún momento pensaste en involucrarte con algo más allá de la fotografía?
Desde los 12 años estoy interesado en la fotografía, realicé cursos básicos y he ido perfeccionando en mi propio andar, con ensayo y error. No sabía que me iba a dedicar de lleno a la fotografía, pero sí sabía que lo que haría en adelante estaría de la mano con lo que yo quiero hacer: que es llevar un mensaje. Siento que mi propósito de vida está vinculado con mi país, eso lo sé desde hace mucho tiempo. No tiene que ver únicamente con las olas de protestas que comenzaron en 2014. Las herramientas que usaría me tienen que servir para dar un mensaje y la fotografía es una buena herramienta, porque a través de ella se puede transmitir un mensaje que ni siquiera puedes construir en un escrito. Así me quedé enganchado. Sin embargo, también me gusta escribir, la comunicación en general. Me gusta tener conversatarios, participar en conferencias, tener charlas, explicar lo que está sucediendo a través de imágenes y ejemplos. Me muevo muchísimo en el tema de la comunicación, siempre bsucando más distinciones, porque entre mayor son, más es el peso que mi mensaje tiene, puedo transmitir más. Busco rescatar lo positivo de cada persona, si consigo una persona resignada o resentida, espero que a través de lo que transmito puedan tener un rayo de luz, de esperanza. Que las personas vuelvan a creer, es lo que me interesa más.
Te expones diariamente para realizar las tomas, ¿cuál fue tu epifanía para tomar dicha decisión?
En 2014 no había información sobre las protestas. Cada vez que quería saber, en realidad, lo que ocurría en el país, no conseguía algo certero, no sabía a ciencia cierta lo que estaba pasando. Por eso, el 12 de febrero de 2014, decidí acompañar a una marcha que iba a llegar a Parque Carabobo, en Caracas, y fue convocada por la oposición venezolana. Cuando voy con mi cámara, siendo la primera vez que cubría marchas, escucho unos disparos y muere Bassil Dacosta. Su cuerpo pasa en frente de mí, cargado por un grupo de jóvenes. Ni siquiera supe cómo reaccionar, no pude tomar una foto, solo grabé con la cámara del teléfono. Después, la marcha se devuelve a Chacao y deciden instaurar la protesta allí, donde a las 7pm muere Robert Redman, que también estuve cerca de este acontecimiento. Al llegar a mi casa, llegué con un luto que no me pertenecía, sin embargo, no lo podía sacar de mi vida. Me dio mucho dolor sentir cómo estos muchachos contemporáneos perdieron la vida en una protesta, ¿con qué moral iba a ir a mi trabajo como si nada de esto hubiese pasado? Yo quise saber qué pasó y la única manera era volver a ir. Así asistí a las marchas del 13 y 14 de febrero. Sucesivamente me fui involucrando y, sin querer queriendo, me quedé adherido a las protestas de Venezuela, porque en simultáneo iba publicando todo en las redes sociales, ya que había una ciudadanía ávida de información, por lo que la gente empieza a alimentarse de esa fuente que ofrecen las redes. Mis seguidores aumentaron considerablemente y cada día veía que tenía más responsabilidad, tenía un compromiso en el que tenía que informar con objetividad lo que pasaba en las calles, transmitiendo lo que ocurrió cuando tomé la foto. Me quedé enamorado de esta responsabilidad, en la que he aprendido de fotoreporteros que admiro muchísimo, porque, no me considero fotoreportero, soy un fotógrafo que en este momento realiza una labor social.
Asumiste tu responsabilidad, incluyendo la parte de hablar sobre el contexto de la foto, ¿qué te motivó a trabajar de esta forma?
Antes de las redes sociales, y cuando las televisoras informaban adecuadamente, uno miraba televisión y sabía que el periodista que informaba, conocía sobre el tema que hablaba. Mencionaba hora, lugar, cuándo, cómo, por qué… ofrecía una información precisa y concisa, uno sabía que estaba garantizando esas fuentes y que si en algún momento se llegaba a equivocar, públicamente se retractaba o lo hacía el mismo noticiero. Uno podía depositar su confianza en ellos. ¿Qué pasa luego de las redes? Al no contar con estos medios tradicionales, la gente empieza a buscar la información en donde la den. Pero lo que tenemos en contra, es que hay muchas personas que no saben informar, informando. Si ven una fotografía empiezan a tergiversar los hechos. Como manejo parte del periodismo y la noticia, busco ser objetivo en lo que digo, precisando la información y dándola de forma completa. Lo que yo veo que está pasando en las redes sociales no me agrada, porque con tanta información terminamos desinformados, ya que en realidad no se preocupan por confirmar la información leída. Por eso, siempre apunto a mi credibilidad: La gente sabe que cuando digo algo, ya lo he comprobado. Mis seguidores confían en mí, saben que al decir algo ya tengo un respaldo, y es porque me he encargado de construir esa credibilidad, que es lo más importante del periodismo.
Como fotógrafo es necesario que tengas una perspectiva diferente, ¿cómo logras mentalizarte y enfocarte en el momento?
Cuando salgo a la calle, voy concentrado en la observación, preparo mi visión para observar lo que está sucediendo. Tengo una especie de ritual en el que trato de no conversar con mucha gente, estar un poco apartado. Actualmente es un poco más difícil, ya que muchas personas conocen mi trabajo. Cuando hay otros fotógrafos conversando entre si, yo trato de no hacerlo, sino concentrarme en lo que estoy haciendo y de lo que pueda estar sucediendo alrededor. Con esta observación también aprendí de los demás fotógrafos, aquellos que se dedican a reportar a través de las imágenes, observé su comportamiento en las calles, si tenía que acercarme a pedir un consejo, lo hacía. Empecé a construir amistades muy interesantes e importantes. Por otro lado, me doy mi tiempo para estudiar mis propias fotografías, qué falta, qué puede cambiar, qué debe mejorar. Todo es un trabajo de formación que viene de uno mismo. Pero básicamente se trata sobre eso, el fotógrafo debe saber observar, es lo que siempre digo a las personas que se me acercan.
¿Observas a través del lente o con tus propios ojos?
Creo que observo más con mi propia visión, para garantizar cuándo y dónde tomar la foto adecuada. La idea no es realizar muchísimas fotos, es observar para tener el momento adecuado. Depende de cómo sea la foto o sobre qué, porque a veces hago fotos de una marcha armándose, donde no hay enfrentamientos. Allí hay un color esperanzador, donde los protagonistas tienen prendas tricolor y consignas alentadoras. En ese momento, me enfoco en hacer retratos, son las caras de Venezuela. Al empezar los enfrentamientos entre manifestantes y entes gubernamentales, ya existe la posibilidad de que se lleven a alguien detenido, una pelea… Ahí estoy atento a tomar fotografías rápido, porque lo que está sucediendo me lo exige. La foto más importante, para mí, en una ola de protestas, es la foto de un detenido. Cuando veo a un chico montado en una moto de PNB, GNB o en una tanqueta, así tenga o no razón para llevárselo, considero que es importante tener una prueba. Muchas veces se han visto casos de chicos que han desaparecido, por eso busco retratar su rostro, que la foto sirva para identificar al policía y la moto que se los están llevando. He retratado a más de 100 detenidos.
¿Han servido esas fotos para probar que algún chico fue detenido? ¿Te han solicitado fotos los familiares afectados?
He tenido muchos correos y comentarios de agradecimiento, ya que por alguna foto se pudieron mover rápido con el Foro Penal y descubrieron que efectivamente sí se habían llevado su hijo/a, hermano/a, tío/a, novio/a, primo/a… Eso me da mucha satisfacción, porque muchas veces me cuentan cómo los liberaron, me hace sentir que cumplí mi labor.
Estás editando un libro de fotografías, ¿qué te motivó a realizarlo? ¿Cómo ha sido el proceso creativo?
Lo que pasa con él es algo comiquísimo, porque cuando creo que ya tengo la estructura pensada, ocurre algo mayor que me hace rediseñarlo casi por completo. En realidad, el libro que estaba trabajando hasta abril de 2017 se trataba sobre recorrer el mundo entero en busca de venezolanos, para hablar sobre las razones por las que tuvieron que emigrar, cómo es su nueva vida en ese país… Cada capítulo del libro iba a sacarlo en un país diferente, estaba el capítulo de Colombia, México, Chile, etc. Luego se atraviesan las olas de nuevas protestas, por lo que es necesario que esté en las calles, haciendo que pause durante todos estos meses el proyecto, que para estas fechas ya debería tener unos siete u ocho países visitados, lo cual no puedo hacer ahora, porque estoy enfocado en la calle. Básicamente, el libro tenía ese motivo, ahora dudo un poco que sea únicamente las razones que lo envuelven, porque ahora tengo tantas historias y formas de abordarlo, que no creo que esto sea suficiente para hacerlo. Por otra parte, también he pensado en la posibilidad de realizar un documental, un video bien elaborado, algo muy ambicioso, pero estoy dándole tiempo a ver cómo lo materializo. En menos de tres meses he recopilado mucha información y quiero encontrar la mejor forma de demostrarla. La principal meta es recordarle a la población nuestro brillo.
Es un trabajo difícil transmitir un mensaje de paz y reflexión a grandes masas, sobre todo a un pueblo consternado, ¿qué opinas al respecto?
Es difícil, pero es el único camino. Si todos reconocemos que cada quien forma parte de lo negativo y positivo que afecta al país, buscando las respuestas desde adentro y no hacia fuera, sin buscar culpables, sino entendiendo nuestras propias acciones; llegaríamos a entender que si no tenemos dominio de nuestra propia vida, es imposible cuestionar a la otra persona. Es imposible dar o cuestionar algo que no tenemos. En Venezuela hay un gran mensaje, se puede ver todo lo que está pasando como una gran maldición o una gran bendición. Yo soy de los que piensa que es una bendición pasar por todo esto, que nos quiten ese pensamiento arrogante de ser el mejor país del mundo, porque para asumir ese título, primero –como ciudadanos– debemos ganarlo y para ganarlo hay que sufrir por ello. Hay una gran lección de vida, de humildad, de amor propio. Años atrás, a los venezolanos les encantaba tener una camisa “I love NY” o cualquier otra ciudad internacional, en la actualidad, la gente presume nuestra nacionalidad. Entonces, era necesario que llegáramos a este dolor para reconocer que debemos amar nuestro país, porque es parte de nuestras raíces y hay que defenderlas, compremeterse con la nación. Este fenómeno es una gran bendición que nosotros como venezolanos, si tenemos la sabiduría y el entendimiento suficiente, lo podemos descubrir.
Entre tu contacto con los seguidores y las personas, ¿consideras que las personas lo están entendiendo?
Personalmente, me he esforazado en que mi cuenta de Instagram trate de manejar ciertos límites. Por ejemplo, no se permiten las maldiciones, cuando detecto una, la elimino. He depurado ciertas manzanas podridas que abundan en las redes sociales. Sin embargo, son mayoría los venezolanos que realmente han entendido el mensaje y meditan sobre lo que pasa, reconocen su cuota de participación y de responsabilidad, por lo que se hacen cargo. Todo esto que digo ahora, lo ofrezco diariamente en mis cuentas, además informo, porque no me gusta censurar, mucho menos a mí. Pero siempre cierro con un mensaje de esperanza, de que sí se puede, trato de finalizar con un mensaje que apunte hacia la luz y el brillo de la vida.