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Carlos Duval Sierra, una voluntad sin límites

Carlos Duval Sierra, una voluntad sin límites

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Carlos Duval Sierra, una voluntad sin límites

Perfiles

16 noviembre, 2016
Carlos Duval

PERDOMO, Edward

Quien transite por las calles de Aruba o se detenga en algún lugar de ella, se tropezará al menos una vez con “Carlitos”, un ícono de este pedacito de tierra de arena blanca, quien por sus originales atuendos, su buena vibra y fe inquebrantable, se ha convertido en un verdadero personaje de las zonas más transitadas de la isla.

Carlos Duval Sierra es dominicano y se ha dedicado los últimos ocho años de su vida a la venta informal en algunos sectores de esta isla turística, después de que un accidente automovilístico le impidiera continuar con su trabajo en un bar de la localidad. Ya han pasado diez años de esa noche que lo dejó 40 días en coma y con un diagnóstico poco alentador. Durante su permanencia en la unidad de cuidados intensivos, los especialistas le aseguraban a su madre, Nicolasa Sierra, que su hijo no volvería a caminar, ni a comunicarse.

Pero las ganas de recuperar su independencia pudieron más que cualquier diagnóstico. Por eso, en 2012 empacó sus pertenencias y viajó a Maracaibo (Venezuela) en compañía de su familia para iniciar un tratamiento médico que consistía en ejercicios de rehabilitación. La sorpresa para muchos fue que en solo semanas ya había recuperado la movilidad y su articulación lingüística y que estaba listo para regresar a Aruba.

Para “Carlitos” no hay pretextos, se despierta muy temprano y termina su jornada laboral cerca de las cinco de la tarde. Gran parte de su día transcurre en centros comerciales, restaurantes, cines, bares, caminerías, plazas e incluso en las afueras del Parlamento de Aruba, vendiendo golosinas que compra en algunos supermercados de la isla para revenderlas.

“Yo siempre le digo a la gente: si yo puedo, todo el mundo puede. Lo que se necesita es voluntad”. “Carlitos” es un hombre de buen corazón, carismático, promueve la paz y el respeto. A todo el que ve le da su bendición y la acompaña con un beso en la frente.

Las personas que lo conocen, lo describen como una persona alegre, enérgica y de espíritu soñador, dispuesta siempre a superar cualquier obstáculo que se le presente. “A mí todo el mundo me compra, creo que es el amor que le inyecto a mi trabajo”. Y ese mismo amor se lo retribuye el pueblo de Aruba, a quien él llama “familia” y donde asegura quedarse para siempre.