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Carlos Malavé, el ímpetu de hacer cine

Carlos Malavé, el ímpetu de hacer cine

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Carlos Malavé, el ímpetu de hacer cine

Perfiles

1 julio, 2014
*CAMACHO*, Álvaro

CAMACHO, Álvaro

Cuando Carlos Malavé cumplió catorce años dijo que iba a hacer películas. Aquella sentencia la pronunció mientras miraba en un cine local el trama judicial de Sidney Lumet: El Veredicto. Y le tomó exactamente treinta y seis años cumplir su palabra. Su ópera prima Por un polvo, estrenada en 2008, le abrió las puertas en el cine venezolano y a partir de ese momento no ha parado de grabar películas.

Carlos no se define como cineasta, para él ese calificativo está guardado para quienes pasaron toda su vida rodando películas y tienen toda una carrera por detrás. Él prefiere decir que es alguien que disfruta hacer películas. Su trabajo se ha caracterizado por contar con actores de primera línea, pocos recursos y muchas ganas de hacer cine. “Yo he hecho películas con algo de presupuesto, con medio presupuesto y con nada de presupuesto. El dinero no es lo importante, lo importante es ponerle el alma a lo que estás haciendo”. Y él le ha puesto de todo a sus películas: Por un polvo, Las caras del diablo, La pura mentira y El último cuerpo, entre otras.

Sus cintas están cargadas de acción, persecuciones, un poco de violencia y un toque de humor. Posiblemente es por su gusto al cine de Martin Scorsese. La mayoría de sus filmes han sido protagonizados por actores como Jean-Paul Leorux, William Goite, Mariaca Semprum y Guillermo Canache, un elenco que él cariñosamente llama su familia cinematográfica. “Soy un tipo muy crítico con las cosas que hago. Mi esposa es quien me anima, ella y mis amigos los actores, que son como mi familia. Ellos siempre me dicen: ‘échale pichón, ¿qué puede pasar?’”. Y sí ha pasado, Carlos Malavé se ha posicionado como uno de los directores más destacados del cine nacional independiente.

El director venezolano, también publicista, proviene de una familia conservadora, de una casa donde reinaban los abogados y donde la idea de hacer cine sonaba descabellada. Pero el rebelde de la familia demostró que era posible. Debía hacerlo, tenía mucho tiempo con esa idea metida en la cabeza. “Siempre luché por obtener lo que quería; me di bastantes golpes, sufrí familiar y personalmente, pero lo logramos y aquí estamos”, dice.

Actualmente, trabaja en la promoción de la secuela de Las caras del diablo y se prepara para su próxima producción, una comedia romántica como esas que le gustan a él, esas que suele ver combatir el estrés, para enamorarse de la vida y para pasar el rato. Entre tanto oficio, confiesa que su corazón está dividido en tres pasiones: el cine, el fútbol y la buena comida. Pero no se angustia por esta diatriba, la pasión es algo que cree indispensable para mantenerse vivo y en el rodeo. L. A.

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