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“Todo período, todo momento y toda circunstancia histórica es susceptible de despertar interés” afirma Inés Quintero con propiedad, dado que desde hace tres décadas se dedica entusiastamente a desentrañar el pasado nacional. Llama a su conexión con la historia un “amor a primera vista”, de la cual quedó encantada desde que empezó a conocerla en sus primeros semestres de carrera en La Universidad de Los Andes, tanto así que no tuvo suficiente con la licenciatura, sino que además hizo una maestría y un doctorado en la materia. A diferencia de muchos de sus colegas, ella no se dedicó a la docencia sino a la investigación, enfocándose especialmente en el siglo XIX y el período de independencia venezolano, buscando escudriñar aspectos del pasado que muchos sienten que ya están resueltos y descubriendo unos cuantos que aún permanecían ocultos. “Creo que una de las cosas determinantes en mi proceso de crecimiento profesional ha sido la posibilidad de conocer y explorar centros de investigación y documentación”, citando sus visitas a los archivos nacionales, la Biblioteca del Congreso en Washington o la Biblioteca de Oxford como alguno de sus momentos preferidos, siendo ese contacto con los documentos “una de las cosas más sabrosas y sugerentes del proceso del investigador”. Su primer libro, “El Ocaso De Una Estirpe”, respecto al fin del caudillismo en Venezuela, despertó gran interés en el público, algo que llenó a su autora de orgullo y que considera uno de los aspectos más valiosos de su carrera, “ver que los resultados de mi investigación despiertan interés del público en la historia y son considerados una conexión con el pasado es una de las grandes cosas que uno puede tener como historiadora”, mas este no ha sido el único en recibir tal acogida, al contrario, cada una de sus publicaciones como “El Último Marqués” o “El Fabricante de Peinetas” son libros que han conseguido conectarse con sus lectores, quienes acuden a ellos para descubrir un pedazo intrigante de nuestra historia de la misma manera que Inés lo hizo. Sin embargo, por más que disfrute su trabajo, siempre debe enfrentarse a los constantes retos que representa hacerlo, como lo son la dificultad de acceder a la información y el mantenerse objetivo ante ella, respetando ante todo el pasado y lo que este tiene para contar, ya que “cuando uno decide ser historiador es una decisión de vida”, una que Inés tomó hace mucho y de la cual no se arrepiente, mucho menos ahora, cuando se encuentra promoviendo dos libros y trazando el mapa general de una nueva investigación, esperando únicamente que lo que escriba continúe interesándole al lector como ha conseguido hacerlo desde un principio. M.P.