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Con una perspectiva clara del país que tienen y el país que quieren, a Nerio Urdaneta, Andrés Zuita, Leanys Villasmil, Alejandro Parra y José Armando Marín los une algo más que la camisa beige y el colegio en el que estudian: todos creen que el principal problema por el que atraviesa el país son las consecuencias de la brecha ideológica que lo atraviesa de norte a sur. Y lo que antes podía ser un problema de los mayores, ahora cobra importancia en cada uno de sus discursos porque Venezuela es el soporte en el que asientan su futuro. Nerio, Leanys y Alejandro aseguran enfáticos que emigrar es dejar su futuro en manos de terceros, mientras que José Armando y Andrés quieren quedarse pero confían en una oportunidad que les permita ganar experiencias lejos de casa. Aquí entra en juego la perspectiva de aquellos que ya colgaron el uniforme del liceo y se preparan para entrar al campo laboral. Desde una institución marcada por su corriente religiosa de la que ahora son ex-alumnos, Jordy Quintero, Nasdely Guerrero y Mariángel Romero también encuentran un lazo regionalista que los une. No van ni por la mitad de sus respectivas carreras universitarias y ya les quita el sueño la idea de no encontrar fuentes de trabajo que les permitan desarrollarse en el campo de su preferencia, y es este punto precisamente el primero que cambiarían si tuviesen la potestad de hacer algo radical por el país. En las expresiones que acompañan cada uno de sus testimonios se dibuja un deseo que no quisieran se transformara en utopía y sus voces reflejan los anhelos de toda una generación que desde sus pupitres reclaman para Venezuela la realidad que se merece. M.G.V.

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