7 agosto, 2023
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ARVELO, Adriana
El humor promueve la tolerancia. Sueña con cambiar la mentalidad de quien lo recibe. Con él nos damos cuenta de los errores en los que incurrimos y de las contradicciones que plagan nuestra cotidianidad. Es un vehículo de ideas, una toma de posición ante los acontecimientos de la vida para soñar con un mundo mejor. La gracia es un don y en Venezuela hay muchísima gente talentosa con esa virtud, entre ellos, Laureano Márquez. A temprana edad descubrió, después de gastarle una broma a su padre en casa, tres cosas: que tenía vocación para hacer reír a la gente, que ello le ayudaba a vencer su timidez, y que el humorismo y la represión se llevan de la mano. Irónicamente, décadas más tarde una cuantiosa multa por un ingenioso artículo de su autoría le recordó esa última lección. Veinticinco años tiene compartiendo su buen sentido del humor. Radio Rochela fue su escuela y allí aprendió el oficio de la escritura de guiones y las reglas de la actuación cómica. Politólogo, humorista y escritor es la receta perfecta que le permite crear asertivos editoriales del diario Tal Cual, una colaboración que nació de la invitación de Teodoro Petkoff cuando el medio sorteaba grandes dificultades económicas durante su comienzo: “Dejé de escribir en un periódico en el que cobraba para irme a Tal Cual a escribir de gratis, fundamentalmente porque la línea del periódico me gustaba. Al principio tenía una columna semanal pero un día el director publicó mi artículo como editorial del viernes y después la costumbre se hizo ley. Mis editoriales se inspiran en el acontecer político nacional, aunque los temas suelen ser variopintos. El humor, en todo caso, se inspira siempre en las contradicciones que ve en la realidad, para ponerlas en evidencia o subrayarlas. En cuanto a las expectativas, uno espera que mucha gente lo lea y lo recomiende, pero cuando recibo muchos insultos me doy cuenta de que el editorial ha quedado particularmente bueno y coherente, al punto de que no cabe otra discrepancia que el insulto”. Admira el pacifismo de Ghandi y Martin Luther King, la resiliencia de Mandela, y el genio de Aquiles Nazoa y Chaplin. Aparte de escribir, el escenario le atrae. Ha viajado por el país para presentar sus monólogos “Yo No” y la recompensa ha sido el sonido de la risa de la audiencia. En Twitter ha conseguido una vía de comunicarse instantáneamente con su público, y que lo reta a ser ocurrente en 140 caracteres. Sin embargo, cuando del futuro se trata puede ser serio y optimista: “En Venezuela una de las metas es seguir vivo, que el país cambie, que nos comprometamos con un proyecto. Al día siguiente de las elecciones del 2012 me imagino al país un poco más esperanzado, orgulloso de su destino y exigente de cara al futuro gobierno”. A.B.
