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Cuando Eveling Trejo de Rosales habla de sus hijos enumera diez, pese a que sólo dos hayan permanecido en su vientre por nueve meses. Y es que el rol de madre es un asunto serio para ella: “Tengo el oficio más antiguo del mundo, ser mamá. A veces lo subestiman pero para mí es el más importante, sobre todo en este país cuyo futuro dependerá de cómo eduquemos a nuestros hijos”. Ex Primera Dama del municipio y del estado Zulia, el exilio de su esposo Manuel la ha obligado a ser la cabeza de una numerosa familia y a retomar su labor social como funcionaria pública de la Alcaldía de Maracaibo y como presidenta de la fundación Sembrando Maracaibo Mía: “Yo trabajo y tengo muchos años haciéndolo a través de todas las herramientas que Dios me ha dado. Como esposa del alcalde y luego gobernador hice mi trabajo social ad honoren, así pasé catorce años al lado de un hombre que me enseñó a conocer el acontecer de un pueblo”. Este año se graduó en Derecho, una meta que postergó hace veinte años por amor, como ella orgullosamente lo admite, y por formar una familia. “Nunca es tarde para aprender y no me da vergüenza. Como mujer sentía que me faltaba cerrar un capítulo en mi vida y siempre estaba en deuda conmigo, con mis hijos y con mi madre. Desde pequeña la admiré por ser una mujer con mucha calidad humana. En el barrio Corazón de Jesús, donde crecí, la llamaban ‘Juana de Arco’ porque le resolvía los problemas a todos con la experiencia que ganó trabajando en la Inspectoría del Trabajo”. En una familia de trece hermanos habían muchas carencias pero nunca de valores y principios, así que a los quince años al graduarse de bachillerato comenzó a trabajar como oficinista en la Dirección Regional de Salud, donde poco a poco escaló posiciones: “Jamás he olvidado de dónde vengo. Soy una mujer venezolana que, como todas, se ha ganado por esfuerzo propio el lugar que hoy representa. Por algo Venezuela tiene nombre de mujer, hablar de ella es como describir a cualquiera de las nacidas en esta tierra: aguerrida, trabajadora, responsable y que ama a su familia. Es la hora de que todas las madres salgamos a defender el legado de nuestros hijos. Soy el mejor ejemplo de ataque y persecución, no sólo mi esposo está exiliado sino que se ha tocado el patrimonio familiar. Aún así confío en este país y en su potencial”. A.B. 

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