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Cristina Parra, la pasión de enseñar

Cristina Parra, la pasión de enseñar

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Cristina Parra, la pasión de enseñar

Perfiles

1 mayo, 2010

DONDYK+RIGA

Fuerte pero femenina. El sonido profundo de una guitarra española, una voz con sentimiento y un suelo recubierto de madera ansioso por sentir los pasos fuertes y coreografeados de una bailaora, es el escenario perfecto para ese flamenco limpio, expresivo y muy particular que brinda Cristina Parra a sus alumnas de la escuela que fundó hace diez años y a la que bautizó como Color de España. A sus treinta y cinco años desempeña tres oficios: madre, psicóloga y profesora de flamenco, sin embargo, el gusto por éste último le acompaña desde los seis años, cuando recibió su primera clase en Sao Paulo, Brasil, lugar donde residió su familia por un tiempo. Al regresar a Maracaibo, su ciudad de nacimiento, ella y sus primas ya estaban inscritas en clases de flamenco con las Hermanas Tello sin siquiera saberlo. Mientras sus primas se decantaron por otras actividades, Cristina al crecer nunca perdió el contacto con el flamenco: “Mis juegos de pequeña siempre consistían en aprovechar lugares espaciosos para idear coreografías y dirigir a mis amigas para que bailaran armoniosamente. Por nueve años vi clases directamente de las hermanas Oro y Lola Tello y de ellas aprendí muchísimo, sobre todo de su disciplina y su forma de enseñar. Siento que aún conservo algo de ellas porque soy exigente, muy a la antigua”. Cuatro años de estudio de flamenco contemporáneo en la Macarena, tres en Contratiempo y una especialización en Madrid le aportaron suficiente experiencia para compatir. Ante la falta de compañías de flamenco en Maracaibo decidió instalar su propia escuela donde niñas, jóvenes y adultas pudieran educarse de forma integral en este arte. Su título en Psicología le sirvió de apoyo para impartir una pedagogía donde aprender a bailar flamenco también implica aprender valores necesarios para la vida. Sobre las tablas Cristina enseña a “sus niñas” disciplina, constancia, seguridad y pasión: “Mis jefes son mis alumnas. Algo que me llena es dedicarle tiempo a cada una, ayudarlas con sus fallas y verlas evolucionar. No sólo es flamenco lo que aquí se enseña, son valores aplicables a otras áreas de sus vidas. Ver a mis niñas crecer como mujeres seguras, firmes y femeninas, representando al flamenco que se hace en Venezuela es una gran satisfacción. Aquí hay flamenco para exportar. Este arte es una declaración. Bailarlo es como decir: aquí estoy yo, esto es lo que soy y lo que puedo expresar. Esto es lo que te quiero brindar. Mi misión es emocionarte”. A.B.