7 agosto, 2023
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“La respiración se perfecciona hasta disimularla, te cercioras que el traje esté en perfecto estado, te estiras y poco a poco empiezas a vestirse. A medida que avanzas te concentras, te maquillas y a lo que ya estas listo haces la última respiración. Cuando sales ya no eres tú, eres Josefa Camejo, Francisco de Miranda, Manuelita Sáenz, Guaicaipuro, Luisa Cáceres de Arismendi o simplemente eres un árbol”. Veinticuatro almas, entre ellas Dulce María Rojas, Beanelys Romero, Rixio Núñez y Lisette Peña, realizan este ritual desde el 2007 antes de presentarse en las plazas bajo el nombre de Movimiento de Estatuismo de Maracaibo: “Las estatuas viven en la calle Carabobo” tituló un periódico regional en el 2008, a pocos días de que aficionados al arte los conocieran a las afueras de la V Feria Internacional del Arte y las Antigüedades de Maracaibo maquillados y vestidos como héroes y heroínas de la historia venezolana. Aunque fue una grata sorpresa para la mayoría de los presentes, él ya llevaba año y medio dándose a conocer en el centro de la ciudad. Lo que empezó como una cooperativa cultural del Núcleo de Desarrollo Endógeno Capirugente, hoy invita a los transeúntes a pasear nuevamente por las plazas y sobretodo a la calle Carabobo, su escenario predilecto: “Poder estar en la calle Carabobo y saber que por lo que hacemos la gente se acerca y vuelve a pasearse por un boulevard que puede ser el más bello de la ciudad, es una satisfacción muy grande. Es lograr algo positivo del arte”. En sus presentaciones con la Misión Cultura se han dado la tarea de revivir a personajes históricos como una propuesta educativa y divertida para los más pequeños: “Cada uno tiene un personaje inspirado en la historia del país. Estamos haciendo de este oficio algo educativo porque cada uno estudia su personaje y así llegamos a las escuelas, a los barrios, y hasta otros países como Argentina. El público siempre espera y se pregunta ¿qué va a hacer?, pero de allá regresamos una anécdota muy bonita. Rosario es una ciudad que no es muy visitada por turistas y estaba vestida de Manuelita Sáenz cuando llegaron unos venezolanos llorando a la plaza al ver su bandera porque tenía mucho tiempo sin hablar con otro venezolano. La sensación, lo que sientes es en ese momento es algo indescriptible”. A.B.
