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Archie Peña es de los que piensa que la música es el arte que tiene mayor poder de comunicación. Por eso, aunque le apasiona el cine, la pintura y cualquier cosa que acaricie el espíritu, entregó su vida a componer e interpretar música, convirtiendo su hábitat natural en un estudio de grabación. Fue así como este maracucho terminó convertido en el actual percusionista de Shakira, y como puede decir –haciendo un esfuerzo por recordarlos a todos– que ha trabajado con grandes como Madonna, Jlo, Whitney Houston, Paulina Rubio, Thalía, Marc Antohny, Pat Metheny… y allí le falla la memoria y simplemente cambia el tema: “Expresar cualquier forma artística es lo que me mueve. En el mundo espiritual nada se acerca tanto a la meditación como la música; con ella se alcanzan diferentes niveles de comunicación”. Era imposible que Archi viviera su vida al margen de la música. Su infancia transcurrió en las pintorescas calles de Santa Lucía, siendo el nieto de la gran gaitera Rita Navarro. No había fiesta que lo salvara de tocar la tambora, y ese contacto con los instintos más puros de la expresión musical lo convirtió en un percusionista patrocinado por la Pearl: “La música me escogió, pero le he entregado mi vida. Soy tan apasionado que a veces ni yo mismo me soporto. Debes dejar todo para lograrlo. Para ser sincero, puedo ser muy aburrido: estoy en la tarima o en el estudio de grabación. Sólo salgo para ir al cine”. Siendo muy joven, Archi cristalizó todos los sueños que un músico en Venezuela podía aspirar: Tocó con Guaco, Yordano, Ilan y Franco de Vita. En ese punto entendió que su Maracaibo no era la ciudad que albergaba los sueños que él quería conquistar: “Me fui a los Estados Unidos de veinte años. Llegué, y el sábado siguiente ya estaba tocando. Comencé con unos jamaiquinos. Ellos me bautizaron Archi, pues les costaba pronunciar Argenis Luis”. El cuento es que los Stefan lo contrataron como productor y compositor, tiene siete nominaciones y un Grammy encima (por el disco de Jean Marco) y su meta es un proyecto propio bailable, bajo el nombre Archi Peña y el Santo Negro: “Quiero tener el orgullo de llevar, así como hace Shaki con Barranquilla, el nombre de mi tierra al mundo entero. Soy un hijo de Maracaibo, de La Limpia, de los panes con queso… Camino como Maracaibo, toco y siento a Maracaibo, me río todos los días de Maracaibo. Esa ciudad es absolutamente la esencia de lo que soy”. Y a este maracucho aún le queda mucho camino por recorrer. C.W.