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Gary Briceño, el arte de vivir por la danza

Gary Briceño, el arte de vivir por la danza

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Gary Briceño, el arte de vivir por la danza

Entrevistas

El bailarín, coreógrafo y docente busca, a través de sus movimientos, que el público se enamore tanto como él de la danza contemporánea.

26 abril, 2018

Foto: VILORIA, Aris

Gary nació para bailar y, después de varios años como profesional de la danza, se mantiene tan apasionado como cuando era un joven que «no tenía ni la menor idea de que podría bailar profesionalmente».

Intentó suerte en varios deportes y, contra las normas de la sociedad, decidió seguir su instinto y dedicarle su vida a la danza contemporánea. Su éxito es la muestra de que hacerle caso al corazón siempre paga: hoy es director y profesor de su propia compañía de danza: Estudio Formativo para la Danza Pulso.

El proyecto surgió a raíz de su inquietud por dar buenos espectáculos y crear fuentes de trabajo para los bailarines zulianos. «Quiero que los mismos niños tengan un objetivo, una visión hacia dónde ir. Ya queda de nuestra parte darles esa motivación, porque ellos siguen a su profesor, siguen a los bailarines que llaman su atención.» Se enorgullece en afirmar que lo que destaca a Pulso es que, además de enseñar la parte técnica de la danza, se enfoca en el estudio, en «buscar indagar para seguir creciendo y evolucionando».

Gary es reconocido por su trayectoria como coreógrafo y bailarín, pero la docencia tiene un lugar especial en su carrera en la danza. Como profesor, siempre busca mostrar a sus alumnos cosas fuera de lo común para mantenerlos enamorados del arte que lo cautivó desde el principio. «Los alumnos no solo pierden ese miedo a golpearse, sino también a lo que vaya a decir el público».

Foto: VILORIA, Aris

Después de haber vivido los prejuicios en carne propia, Gary asegura que la danza -como cualquier rama del arte- debe ser para todos, sin distinción de géneros. Es por esto que, a través de sus enseñanzas, intenta cambiar la percepción de sus alumnos sobre la masculinidad para romper con los estereotipos de género.

Que un espectáculo como Hombres que danzan -del que Gary forma parte como bailarín y coreógrafo- tome lugar precisamente en el Teatro Baralt de Maracaibo, un lugar que grita «tradición» desde su arquitectura hasta su ubicación en una ciudad que en el 2018 aún es considerada conservadora, es un pequeño paso para el progreso cultural de la región. «Tomar esos espacios abre la discusión de nosotros como hombres que danzan y en diferentes géneros, estilos y hasta edades».

Entre ensayos y presentaciones, además del desafío físico que representa dedicarse a la danza, Gary asegura que la mente de un bailarín está ocupada en descifrar la manera de lograr algún paso en específico, crear nuevas coreografías y prepararse para próximos espectáculos. «Parte de la misión es también formar al público para que la gente entienda cómo es, sus dificultades. Como dicen por allí, ‘cuando la danza sea un deporte, será fácil’”.

Comenta que, para los movimientos más delicados, imagina que está brindando una caricia a algún ser querido, pero al verlo sobre el escenario se evidencian sus motivos: Gary baila para expresar todo lo que pueda estar viviendo y sintiendo; es un traductor de sentimientos que se desenvuelve a través de su cuerpo.