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http://www.tendencia.com/2017/leer-leer-no-solo-aprender/
Ni siquiera un libro leyó el 40 % de los españoles durante 2015, según el informe emitido por la Federación de Gremios de Editores (FGEE), La lectura en España 2017. Durante la lectura, el cerebro pone en práctica distintas capacidades, como la de percepción, la memoria y el razonamiento, lo que significa una serie actividades que logran un mayor rendimiento mental.
La lectura despierta un proceso para decodificar el mensaje, donde se activa la interpretación. Además, cada tipo de lectura ofrece una experiencia distinta, por ejemplo: la ficción o el contenido sentimental puede poner en alerta las amígdalas. Cuando las personas leen ponen a prueba su habilidad para razonar, lo que al mismo tiempo desarrolla la memoria y la capacidad resolutiva.
Leer refuerza las aptitudes en el entorno social y reduce tensiones en quienes la practican con frecuencia. A través de la lectura las personas son capaces de explorar nuevas sensaciones, incluso sentirse motivadas mientras ejercitan su cerebro. Además, es una forma rentable -desde el punto de vista económico y físico- de adquirir conocimiento mientras te diviertes o disfrutas.
Aquí, tres lecturas que han trascendido en las emociones y pensamientos de quienes han tenido la oportunidad de leerlas:
1. El gato negro, Edgar Allan Poe (1843)
Es un cuento de horror que narra la experiencia de un hombre con un gato, que despertó en él pensamientos diabólicos, que lo incitaron a agredir al animal, incluso sacándole el ojo.
2. Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez (2004)
Es una novela del nobel colombiano que narra en primera persona el arribo a los 90 años de un anciano, quien para celebrarlo contrata los servicios de una prostituta adolescente. En él se debaten distintos pensamientos, que van más allá de su deseo carnal por poseerla sexualmente.
3. El almohadón de plumas, Horacio Quiroga (1917)
El escritor uruguayo logra narrar la experiencia de una pareja que sufre la extraña enfermedad de la esposa. Los médicos la examinaban en búsqueda de algún signo o síntoma que déjase ver los motivos de sus males, pero nadie sospechó que la razón de su condición estaba en su almohadón de plumas.
(Fuente: El País)