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Un audio de WhatsApp sirvió como disparador para que Héctor Hernández, alias “Capitán Nemo”, largara la piel de principiante y cumpliera su sueño de convertirse finalmente en humorista. Su jocoso relato con voz extremadamente grave, susurra al oído en tono provocativo una consecución de acontecimientos entre amigos que, pese a sus actitudes de machos vernáculos, recios y pura sangre, se bañan juntos, se toman de la mano o se dan picos ‘con los ojos abiertos, porque si no sí sería raro’.
Así se describe su humor, una oda al característico ‘chalequeo’ venezolano que estalla en la cotidianidad mediante referencias homosexuales entre panas. Sus chistes, que fácilmente podrían ofender a la comunidad gay de cualquier país, no llevan un tono agresor. Y como lo sentencia su creador, ellos se han convertido en sus “mejores amigos” porque, gracias a sus ocurrencias, “muchos salieron del clóset”.
Desde Ciudad de Panamá –su actual hogar–, el Capitán Nemo conversó con Tendencia sobre el génesis del fenómeno “puro tipo serio”, “cero maricoteo”, una sensación viral que sigue dando de qué hablar, ahora más allá de las fronteras criollas.
¿En qué año, por qué y cómo surgió el relato del ‘Pozo del Cura’?
Ocurrió en mayo de 2016, tenía un grupo de WhatsApp que se llamaba Las Máquinas y había un amigo que se llamaba Egui, quien decía que yo era gay porque me la pasaba jugando dominó en mi casa con mis amigos. Le respondí con el mensaje que luego se volvió viral.
¿Cuándo te diste cuenta que se convirtió en un fenómeno viral?
La nota de voz llegó a países como Australia, Dubai, Estados Unidos… me mandaban mensajes de todas partes del mundo. Los mismos venezolanos fueron quienes se encargaron de difundirlo por todos lados.
¿Cuáles son las principales características de tu humor?
Me baso en un personaje que se define como un tipo serio. Anteriormente, en Venezuela le echábamos el carro a los gay con que eran peluqueros, enfermeros, bailarines. Ahora, es un tipo completamente serio, vestido como capitán de navío, un macho que al final le gusta la cosa, pues. Todo es una simulación que puede variar y transformarse en un empresario, un doctor, un abogado o cualquier profesión. Se trata de bromear con que, detrás de la barba y el bigote, puede haber un mariposón, en el mejor sentido de la palabra.
¿En qué basas tu creatividad a la hora de recrear situaciones de ‘puros tipos serios’?
Me inspiro en fiestas, reuniones, piscinadas, parrilladas, cuando todo el mundo se monta en los jeeps y va a eventos rústicos. Cualquier situación social que provoque convivencia entre amigos. Tiene cierta relación también con los deportes extremos, que son vistos como deportes de machos.
¿Has recibido algún tipo de crítica de parte de las personas homosexuales que podrían sentirse ofendidas con tus relatos humorísticos?
Para nada, al contrario. Se han convertido en mis mejores amigos los estilistas, bailarines, peluqueros. Soy su ídolo, porque a través del ‘cero maricoteo’, muchos machos salieron del clóset.
¿Cuál es tu mensaje para la comunidad gay que podría considerar ofensiva la esencia de tu humor?
Pueden estar tranquilos, porque esto es normal, es humor. En ningún momento estamos rebajando la calidad humana, sino que estamos siendo abiertos y francos con la vida.
Has convertido el asunto del chiste en una marca. ¿Cuáles son los productos que se han derivado del ‘cero maricoteo’?
Los productos que se han derivado son básicamente publicidad, así como ocurrencias en radio y televisión.
¿A qué te dedicabas antes de dar el salto a la fama cotidiana?
Soy locutor. Incursioné en el programa de cámara indiscreta Qué locura, en el canal venezolano Venevisión. También fui animador, tocaba la guitarra y aparecía en la televisión. Siempre he estado ligado al medio artístico.
Luego del acontecimiento masivo, ¿cómo ha sido tu presencia en los medios? Estuviste en la radio venezolana y en la televisión con una especie de late nite show, cuéntame sobre tu experiencia…
A raíz de todo el éxito, quise darme la oportunidad que siempre he soñado: ser comediante. El destino me trajo estos resultados en los que terminé vistiéndome de capitán y pude llevar mi show en los principales estados de Venezuela. Luego pude entrar con mi humor en Panamá, y espero que próximamente sea República Dominicana, Chile, España y Estados Unidos, que es mi meta final. Quiero llevar este personaje a todos los sectores donde están los venezolanos radicados en el mundo. Pienso que será todo un éxito.
Actualmente estás radicado en Panamá, ¿qué está haciendo por allá el Capitán Nemo?
Aquí se hizo muy popular mi humor. Estoy haciendo un monólogo bastante bueno que quiero compartir con los panameños.
¿Por qué el nombre ‘Capitán Nemo’?
Fui a una hacienda en Carayaca, estado Vargas, en Venezuela. Un amigo había comprado una finca. Me puse a revisar los cuartos, abrí el escaparate y hallé un traje militar del año 1920 aproximadamente. Me lo coloqué y cuando salí al grupo, los muchachos que estaban bromeando me grabaron un video. Espontáneamente dije que era el Capitán Nemo, me salió del alma. Me pasó lo mismo que a Jim Carrey cuando se puso ‘la máscara’. Algo así parecido.
Si bien el furor de ‘tipo serio’ y ‘cero maricoteo’ se ha extendido, no durará para siempre. ¿Hacia dónde apuntas con tu carrera como humorista? ¿Hasta dónde quieres llegar y cómo te visualizas en 10 años?
Agradezco mucho a Dios, a mi familia y a la gente que reza mucho por mí, por el apoyo que me han prestado. Estoy saliendo del cascarón, defendiéndome como puedo. Una vez que culmine todo el fenómeno del ‘maricoteo’, que obviamente algún día acabará, quiero perfilarme como un humorista que habla de la vida real, de cómo los seres humanos viven su día a día en América Latina. Quisiera hablar de por qué las mujeres dejan a los hombres, o de un inmigrante caminando por las ciudades. Mi intención es darle otro sentido a mi carrera, convertirme en ese comediante que todos soñamos ser. Hacer reír a la gente con mis ocurrencias vividas. Tengo una larga historia que contar y me gustaría llevar mi vida a un monólogo. Sería maravilloso que así ocurriera. El humor une a la gente.