VACCARELLA, Sebastián

Pese a que sus padres querían que fuese médico u odontólogo, él nunca se desvió de su pasión. Un día, Alejandro Vilhena se dio cuenta que no era bueno para muchas cosas, pero sí para cocinar. Desde entonces, se convirtió en un chef de extrema calidad, un artista de la cocina. Desde Panamá, en el restaurante Brutto, este venezolano deleita paladares con su temperamento alegre, desenfadado y humilde, un experto que reparte placeres culinarios con satisfacción y júbilo en cada plato. “La gente siempre tiene que comer, si tú eres bueno y les regalas la alegría de una buena comida, tienes el mundo ganado”. Plenamente consciente de que las personas no van a lugares como Brutto a comer lo que acostumbran en sus casas, Vilhena lo da todo por presentar en cada comida una auténtica obra de arte, siempre con un toque caribeño, del que no puede despegarse a raíz de su sangre caraqueña. Por eso busca plasmar en todos sus menús una idea, un pensamiento, una delicia que explote los sentidos de quien lo degusta. A la hora de ponerse el traje y crear, se define como una persona de sofritos: “Cilantro por encima de todas las cosas”. Afirma que un sofrito siempre es la base de sus preparaciones. Y aunque su talento ya se ha hecho notar al ganar competiciones como el Duelo de Chefs Panamá 2017, asegura que todo se lo debe a sus compañeros profesionales. “Yo sin mi banda no soy nadie. Los logros no son míos, son de la gente que me rodea. Sin esas gotitas de agua que hacen para romper la piedra, no sería lo que soy ahora”. I E.S

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