VILLASMIL, Miguel

Ser fotógrafo no estaba en sus planes, pero crear cosas nuevas es su motor. Miguel Villasmil tiene nueve años trabajando en un mundo al que llegó porque así estaba destinado por Dios o la Virgen de Chiquinquirá. Es diseñador gráfico y nunca se interesó por la fotografía a pesar de que sus profesores le dijeran que tenía el talento. Un momento lo llevó al otro hasta que todas las cosas que hacía estaban relacionadas con el arte de fotografiar.

Su primera cámara fue compartida con su compañero de tesis y con conocimientos nulos comenzó a rodearse de personas que lo ayudaron y le enseñaron las técnicas.

“Hoy puedo decir que disfruto lo que hago. Crear y registrar momentos se ha convertido en mi pasión”. Miguel no se queda allí y está en constante formación. Se siente confiado y eso le permite evolucionar y arriesgarse.

Su trabajo es sinónimo de responsabilidad, pues tiene el compromiso de crear un recuerdo. “Terminamos siendo un poquito de cada fotógrafo: documental y periodista. Yo quiero aportar algo y llevar la fotografía social a otro nivel”.

Las personas ya no están buscando la foto perfecta, sino la mejor según su estilo y allí radica su éxito. Se reinventa aprendiendo de moda, cine y hasta música.

Las fotografías de bodas son su fuerte, pero quiere afianzarse en otros mercados como el infantil. “Quisiera explorar ese mundo un poco más. Ser padre me ha dado otra visión y me ha permitido experimentar”.

En 2012 le llegó una oportunidad que agradece todos los días. Desde ese año es el fotógrafo oficial de La Virgen de Chiquinquirá. Su foto de la tablita recorre el Zulia (Venezuela) en cuadros y afiches. “Es una experiencia que no tiene comparación. Viví momentos muy espirituales a pesar de que no soy una persona que asiste todos los domingos a la iglesia. La bajada de la Chinita hay que vivirla, es un momento increíble que te renueva la fe. Siempre recuerdo cuando el padre Eleuterio Cuevas —párroco de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá en Maracaibo— me dijo: ‘Miguel tú estás aquí porque La Chinita lo decidió’”.

Miguel es paciente, sobrio y equilibrado, cualidades que desarrolló, según cuenta, gracias a que es el hermano del medio. Mauricio y Amanda, sus hijos, son la fuente de motivación en todo lo que hace. Los pequeños ya conocen a La Chinita y delante de ella ha pensado que su camino es claro: seguir trabajando y apostándole a sus sueños en Venezuela. L.B.C.

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