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El músico
Hijo del director de orquesta Eduardo Rahn (reconocido en el país por haber fortalecido el aprecio a la música clásica en la capital zuliana), David comenzó su formación cuando tenía tan solo cuatro años de edad, momento en el que sus padres consiguieron, a través del extinto Consejo Nacional de la Cultura, una beca para que estudiara en la Manhattan School of Music en Estados Unidos.
Influenciado porque su hermano tocaba el violín y al año de entrar a la escuela, fue aceptado en la cátedra de Albert Markov, reconocido violinista ruso, ganador del primer premio Reina Elizabeth de Bélgica.
De estas experiencias, lo que más le marcó fue la oportunidad de estudiar con profesores de primera categoría como Markov o Igor Bezrodny, de quienes aprendió la seriedad con la que debe asumirse la música clásica.
El director
Egresó como licenciado en música del Conservatorio de Neuchatel en Suiza. Aunque nunca le pasó por la mente la dirección de orquestas, a finales de la década de los 90 cursó clases de dirección y, durante su primer ensayo, se convenció que adoptaría la profesión de su padre, su mayor maestro: “Estando delante de los músicos fue cuando me di cuenta que esto era algo en lo que tenía que seguir”.
Así tomó la batuta de varias sinfónicas en Venezuela, como las de Falcón, Anzoátegui y Monagas, así como en México, El Salvador y Portugal; y en octubre de 2010 ganó por concurso nacional, y de forma unánime, la dirección artística de la OSM, puesto que ejerció su padre desde 1972 hasta su muerte en 2009.
El innovador
Entre los mayores retos representando a esta institución, está el hecho de que las metas “están sujetas al gobernante de turno”. Por eso, si bien desde su ingreso David pudo pasar a la orquesta de 61 a 91 músicos, desde 2013 solo cuentan con 41. Poniéndole más cuesta arriba el preservar este arte en una actualidad en la que, para muchos músicos, “es difícil estar ensayando cuando faltan cosas en casa”.
Sin embargo, según el director, para que no se pierda este valor cultural hay que buscar innovar. Como hizo al comenzar en su cargo, cuando se percató de que pocas personas asistían a los conciertos clásicos. Junto al locutor Julio Eduardo Torrents ideó el formato de “versus” que, mezclando música clásica con las canciones de grupos reconocidos, consiguieron una mayor cercanía con el público, pasando de los 20 habituales asistentes a más de 400 personas por concierto.
Y a pesar de las dificultades, David explica que el mismo país lo mantiene en pie y su compromiso de compartir todos sus estudios con él: “Este es un país que bien vale la pena. Eso me ha permitido a no desmotivarme y seguir creyendo en un solo proyecto: Venezuela”.