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Un paseo por Bonaire: Los rostros de una isla (Parte II)

Un paseo por Bonaire: Los rostros de una isla (Parte II)

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Un paseo por Bonaire: Los rostros de una isla (Parte II)

Curiosidades

Descendientes de los Caiquetios, ligados a los Arahuacos que provenían de Venezuela y mezclados con los españoles, holandeses y africanos. En cierta forma así podría definirse la fisonomía de los habitantes de Bonaire. Ellos son el mejor retrato de su isla, la carta de presentación de las bondades de su suelo. Este es un lugar donde los propios aman su tierra y los que llegan se encantan y se quedan. Las siguientes son sus historias.

28 octubre, 2015
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Hotel Eden Beach. VELÁSQUEZ, Raymar

Los 15 mil habitantes permanentes de Bonaire comparten sus espacios con algo más de 60 mil turistas que transitan durante todo el año sus calles, parques y aguas. Entre el papiamento, el inglés y el holandés se comunican y entienden, hacen vida y comparten experiencias. Para muchos vivir aquí es sinónimo de tranquilidad, para otros resulta un espacio más que familiar, pues se conocen hasta las penas, casi todos piensan que la pureza es un adjetivo que los califica y dignifica ante otras islas similares en bondades para ofrecer al visitante.

Rolando Marín: Una vida dedicada al turismo

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Rolando Marín. VELÁSQUEZ, Raymar

Parte de su trabajo radica en atender bien a aquellos que vienen a retratar para otros países las bellezas del suyo. No le cuesta sonreír y ser atento, parece que esas características forman parte de su naturaleza. Rolando es servicial y conoce a la perfección los 40 kilómetros de largo que mide su isla. Lo primero que indica es que recorrerla en un auto sin hacer paradas tomaría unas cuatro o cinco horas, eso da una idea al visitante de las dimensiones del lugar al que se ha llegado.

19 años trabajando en la Corporación de Turismo le bastan para saber cuáles son sus principales atractivos, los personajes más relevantes o dónde se puede fotografiar un buen atardecer. Quizás como parte de su entrenamiento indica al recién llegado que Kralendijik es lo que podría considerarse la capital de su suelo si se tratase de un país. Para ellos es el centro de la isla y el sitio donde se concentra la mayor parte de sus habitantes, comercio y hotelería.

Rolando señala que no tienen grandes avenidas, semáforos o transporte público. ¿Por qué? “Aquí no se necesita”. En Bonaire la gente acostumbra a ceder el paso, conducir a velocidad moderada y dar un aventón a quien lo requiera si este no tuviese cómo transportarse. “Claro que ocurren incidentes aislados y como en todas las sociedades, la nuestra tiene sus pro y sus contras”.

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Vita France. VELÁSQUEZ, Raymar

Vita tiene de todo como en botica

El comercio en esta isla no es muy activo, no se encuentran grandes casas de modas ni variedad en productos. Sin embargo, Vita France no piensa que es así. Ella dice orgullosa que es la comerciante más antigua de Bonaire y además asegura ofrecer de todo. Y ciertamente es así. Ella y su sonrisa aparcan en el local cada mañana dese hace 28 años. Ropa, accesorios, calzados y sobre todo recuerdos se venden en su tienda. Las paredes están llenas de artículos y casi ni se puede caminar por el interior del sitio de tanto aparato con etiqueta y precio. Para Vita, no existe otra forma de vivir que no sea atendiendo al visitante “viene gente de Panamá, Colombia y Venezuela. Los europeos llegan en época de crucero; y a mí me encanta que se midan ropa, combinarle unos zarcillitos, ofrecerles un sombrero”.

Preguntarle a esta mujer su opinión por Bonaire es hacerla explotar de felicidad “Mi isla es un paraíso mujer de Dios”. Añade que en este lugar habitan personas como ella, a las que les encanta hacer amigos, gente alegra, contenta con su destino.

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Ana María Requena de Domingo. VELÁSQUEZ, Raymar

Ana María: La isla que enamora

Adaptada es la palabra que describe la vida de Ana María de Domingo en un lugar tan pasivo como Bonaire. Cambió el ruido de Caracas, sus colas eternas, sus problemas políticos y la vista de su Ávila para levantarse todos los días con los ojos puestos en el mar color de joya. Junto a su esposo se encarga de uno de los hoteles más concurridos del poblado. Sus horas pasan entre atender al huésped, preocuparse en que cada detalle esté en su lugar y criar a su pequeña hija. Junto a su compañero de vida hacen un balance de lo que representa vivir en un espacio como este. “La gente piensa que esto es un cambio muy grande pero no es tanto así. Haces lo mismo que en las ciudades grandes, te levantas, te vas al trabajo, los fines de semana sales a divertirte y compartir, solo que en menor escala”.

Ana María sabe que Bonaire es conocido por ser uno de los lugares de buceo más importantes a nivel mundial y por eso en el hotel ofrecen actividades destinadas a este tipo de público. Pero también buscan atraer a aquel tipo de turista que desee verdaderamente relajarse. Para ellos la atención se traduce en calor humano y en humanizar los espacios, por eso indica que pese a manejar 71 habitaciones en el hotel, los huéspedes son conocidos por sus nombres y no por el número de sus cuartos.

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Taty France. VELÁSQUEZ, Raymar

Taty: El futuro de un lugar en medio del mar

La educación obliga a muchos jóvenes de la isla a salir de ella para conseguir mejores opciones de estudio. Sin embargo, otros tantos regresan o permanecen en ella para apostar por sus posibilidades de desarrollo. Taty France se destaca y hace destacar a su pueblo raspando el agua con su vela. Ha conseguido granes victorias para Bonaire en materia de Windsurf.

De familia dedicada a esta disciplina era de esperarse que comenzara a practicarla a temprana edad. Él sabe que esto es importante para su gente “por eso mis esfuerzos siempre van orientados a dejar el nombre de Bonaire en alto, para que se conozca a todos los sitios donde voy”. Pareciera ser esta la labor de muchos de los que hacen vida bajo este cielo, donde piensan en que el beneficio de su tierra, por consecuencia les traerá el propio.

Lee la primera parte de “Un paseo por Bonaire” aquí.