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Un joven caraqueño llamado Johnny Alberto Cecotto sorprendió al planeta al conquistar el campeonato mundial de motociclismo en 1975 e incursionando en la Fórmula Uno en 1983, labrando una de las carreras más prolíficas en la historia de los deportes a motor. Hoy, casi cuarenta años después, el apellido Cecotto sigue ligado con la velocidad a través de su hijo Johnny Amadeus, quien ha mantenido ese legado en los podios de la GP2, categoría automovilística que precede a la Fórmula Uno.Johnny Jr. —como le llaman familiarmente— nació en Augsburgo (Alemania) el 9 de septiembre de 1989. A sus veinticinco años hace lo que siempre soñó: correr autos. A diferencia de su padre, comenzó compitiendo con monoplazas de rueda abierta: “Luego de dos años de karting, llevo nueve años en autos de fórmula: en total once años como piloto. Comencé con los karts a los trece; luego pasé a los “fórmula” a los quince. A pesar de iniciar relativamente tarde en la disciplina no me costó adaptarme; las primeras carreras si fueron un poco complicadas y tuve que aprender muchas cosas, pero afortunadamente me ha ido bien”.Radicado en Italia y con un leve acento alemán, expresa en perfecto español el orgullo que le produce representar a Venezuela en las pistas del mundo: “Nací en Alemania porque en aquella época mi papá competía en ese país, pero parte de mi familia y mi corazón viven en Venezuela. Cada vez que visito mi país siento el aprecio de la gente que me apoya y sólo deseo darle alegrías a toda esa fanaticada a pesar de estar lejos, compitiendo en Europa”.En 2014 completó con la escudería Trident su cuarta temporada en la GP2, con excelentes resultados que lo metieron en la pelea por el título; éxitos que espera lo promocionen dentro la Fórmula Uno, categoría en la que ya ha participado como piloto de pruebas: en 2011 con la escudería Force India y los dos años siguientes con el equipo Toro Rosso.En lo profesional y en lo personal la relación con su padre ha sido fundamental, afirmando que es el corredor que más ha admirado en su vida. Casado recientemente, dice entre risas que aún es muy pronto para saber si sus hijos continuarán la tradición familiar, pero que hará todo lo posible por alcanzar su meta de llegar a la Fórmula Uno aplicando la vieja receta de la casa: “los Cecotto damos todo para llegar al objetivo, no dejamos nada a la mitad y siempre trabajamos para lograr los resultados”. Un campeonato mundial de motos en 1975 y una brillante carrera en la GP2 certifican la pasión de una familia que, en dos generaciones, ha llevado hasta lo más alto del podio los colores de nuestra bandera. P. V.
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