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“Caibo” es un pedacito del nombre de su ciudad de origen, una parte de ella que contagia a todos con su ritmo. Beethzart Acosta y Simón “Toto” Ruiz tienen 27 y 26 años, respectivamente, uno estudia música en la UNICA y el otro es comunicador social, pero al unirse conforman un dúo que redefine a la canción venezolana. Beethzart creció en un hogar que incentivó la formación musical desde la infancia y aprendió los gajes del oficio en la orquesta de su padre, el reconocido gaitero Ozias Acosta; mientras que Toto tuvo una educación empírica, aprendió observando los ensayos de la banda de su hermano mayor, se formó en las tarimas y tuvo como libros de consulta a los discos. Entre ellos hay una camaradería fraternal y no es para menos, son un caso de “amor musical a primera vista”. Se conocieron en el medio y espontáneamente nació la idea de crear un proyecto en el cual canalizaran las aspiraciones que tenían como artistas. Buscando un sonido que los diferenciara les resultó natural regresar a aquellos que escucharon en la infancia: Simón Díaz, Serenata Guayanesa y Un Solo Pueblo. Recopilaron temas propios, reclutaron amigos músicos y nació el álbum Tres Son Compañía, su carta de presentación. México, Aruba y Estados Unidos los han recibido con los brazos abiertos ya que su afro-pop-venezolano “suena a Caribe, a playa, al calor de Latinoamérica”. Tres años de experiencias satisfactorias en lo personal y profesional les brindaron la madurez para crea Poesía Criolla una segunda producción con la que profundizan en lo autóctono sin abandonar lo vanguardista, nutriéndose de lo que ven en los escenarios internacionales y de la obra de Rubén Blades, Juan Luis Guerra, Michael Jackson y The Beatles. Aunque sus melodías son universales, su meta principal es recorrer Venezuela, en especial, los pueblos donde nacieron los ritmos que los inspiran. Tras ocho años de carrera recogen los frutos que han sembrado contando con el reconocimiento de mayor valor para ellos: el de su familia y el de miles de fieles seguidores que los recompensan con sus aplausos. Toto y Beethzart esperan que el futuro les depare la aceptación de las academias musicales y la posibilidad de continuar el rescate de la cultura venezolana, una tarea que puede parecer titánica pero que para ellos es un gusto: “cada nota que cantamos, cada letra que escribimos, cada pensamiento que hace que tenga más fuerza el proyecto, es una satisfacción”. M.A.
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