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Norberto José Olivar, más real que ficticio

Norberto José Olivar, más real que ficticio

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Norberto José Olivar, más real que ficticio

Perfiles

1 octubre, 2011

DONDYK+RIGA

“El misterio es una carga natural de nuestra ciudad, la esencia real del maracucho es el misterio, aunque se empeñen en pintarnos como payasos”. Norberto José Olivar nació en Maracaibo, la misma ciudad que busca representar en cada una de sus historias, pero como esa frase inicial lo dice, su enfoque es uno bastante distinto al tradicional. La voluntad de explorar temas extraños y asuntos sobrenaturales lo llevaron a escribir novelas como Un Vampiro en Maracaibo, Morirse es una Fiesta y Cadáver Exquisito, utilizando la imaginación del lector para detenerse en la frontera del terror como género, manteniéndose siempre en lo real, pero procurando asomarse un poquito más allá. Decidió escribir ficción cuando, estudiando educación en mención Ciencias Sociales, expresó abiertamente su desacuerdo con la visión que maestros, cronistas e historiadores tenían del pasado marabino como envidia del continente: “empecé a decir mis sospechas, que era todo lo contrario a lo que decían y me llamaron especulador y otras cosas más. Entendí que debía escribir de forma que no pudieran cuestionarme si quería ser escuchado”, por lo que decidió convertir a la literatura, su pasatiempo adolescente, en oficio. Describe su trabajo como “investigaciones históricas presentadas como relatos”, algo que le ha funcionado para ganar concursos como el VI Concurso de Relato de Radio Exterior de España, la edición 66 del Concurso de Cuentos de El Nacional y ser elegido como finalista para el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, además de recibir una excelente receptividad de lectores dentro y fuera del país. Sus primeros contactos con la literatura se dieron cuando joven, tras leer Piedra de Mar de Francisco Massiani y decidirse a escribir su primer relato imitándolo, el cual confiesa terminó quemando poco después, sin embargo, aquel solo sería un desacierto de principiante. Aún en bachillerato llegaron sus primeras oportunidades de publicar cuando se paró en uniforme de liceo frente al jefe de redacción del diario Crítica, quien quedó intrigado de que un muchacho de su edad escribiera de política e imprimió uno de sus artículos, otorgándole después su propia columna semanal, mas el asunto se tornó serio tras presentar en 1999 su primer libro de relatos: Los Guerreros. Hoy, trabaja como profesor en la Facultad de Humanidades de La Universidad del Zulia y confiesa pasar todo el día pensando en literatura; asume el humor como algo esencial en su trabajo y su vida, utilizándolo para criticar, opinar y observar el mundo desde “una proporción más real y seria”, admira a Enrique Vila-Matas, Paul Auster y Breton por enseñarle a ser libre al momento de escribir y sus aspiraciones son sencillas: ser un buen escritor, alguien que no mezcla ficción y realidad porque opina que son la misma cosa. M.P.