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Su alarma suena a las 7:30 de la mañana. Se levanta de su cama, desayuna y en menos de media hora ya la música invade sus oídos. Hasta las 10 de la mañana practica movimientos básicos con sus manos y perfecciona su técnica. Trata de no hacer mucho ruido para no aturdirse pero a la vez se deja llevar por la sublime música que se filtra de las cornetas de su reproductor. La rutina continúa con una hora en el gimnasio, almuerzo y a las 3 de la tarde ya se encuentra sentado en el lugar que más seguridad le brinda en el mundo: detrás de su batería. Allí Humberto Molero practica hasta entrada la noche la música que crea con sus grupos Vía y Nauta. Nada de esto pareciera fuera de lo común sino fuera porque es la rutina de un joven de treinta y tres años cuya agudeza visual desapareció hace más de dos décadas, cuando fue diagnosticado con Retinosis Pigmentaria, una enfermedad ocular que lo limita a ver todo borroso como si una densa neblina lo acompañara día y noche; ella no le permite enfocar objetos ni rostros ni distinguir colores, sólo matices: “no veo nada de treinta centímetros en adelante, aproximadamente, y lo que logro ver de cerca son sólo manchas. A la final, nada de esto importa al momento de tocar mi batería. Los sonidos que ella emana son la única guía que necesito para hacer música. Lo único que importa es el feeling y la adrenalina que recorre mi cuerpo”. Desde pequeño se aventuró a aprender a tocar cuatro, guitarra y finalmente la batería. A los catorce años su papá lo inscribió en la academia de música Yamaha, donde a pesar de entrar tarde el curso, y sumado a su dificultad en la vista, terminó primero que sus compañeros: “oía la música y me enfocaba en el sonido de la batería. Lograba desglosarla del resto y así sabía exactamente lo que estaba sonando”. De allí no hubo vuelta atrás, recibió clases de Carlos Nieto, Fernando Valladares y Tony Escapa, hoy en día mentores y amigos. Tras graduarse de Derecho, sus grabaciones y giras con la agrupación Voz Veis le confirmaron que para visualizar los sueños no era necesario abrir los ojos y verlos. “La música me ha abierto muchos caminos y el más importante ha sido el poder conocer a mí mismo. Ella me ha llevado a internalizar muchos sentimientos. Uno de ellos, que las limitaciones están en la mente y que la barrera más grande que tenemos que superar es el miedo. La incapacidad es un apenas un pensamiento y así como viene así puedes desecharlo. Todos los días me digo: ‘yo puedo hacer esto, tengo que hacerlo’ y de esa forma afronto la vida. Nunca he dejado de hacer nada que haya querido, con excepción de manejar un carro y, sin embargo, creo que algún día lo lograré porque lo tengo entre mis pendientes”. A.B.
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